Andrés Neuman “El viajero del siglo”
Ahora que ya se fue el verano me despierto antes de que la claridad recoja su nombre en el cielo, me asomo a la terraza y me siento descaradamente única e importante, como si el sol esperase mi aviso para ganarle al horizonte la partida. Dicen que los meses de otoño bien podían llamarse añoranza, tristeza y melancolía, que los ojos se sienten atraídos por el suelo y que a veces vemos nuestros sueños rodando por el asfalto resquebrajados por el viento.
Quizás salir a la calle en esta ciudad extraña en la que no queda una esquina tras la que refugiarse del calor y del frío a partes iguales, sea mi única vía de escape para soltar lastre dejando caer mis sueños por las aceras y dejarme morir un rato, dejar de ser yo, mirarme desde fuera, vaciarme todos los huecos. Y llenarme los vacíos tan sólo de aire. Y caminar despacio, tragando esquinas y edificios, empujada por el viento que me lleva a un palmo del suelo y a dos centímetros de tocar el cielo.
Después hay que saber volver, reconocer las emociones encontradas en las pupilas de la gente, el roce de una mano en las heridas y el regalo de una sonrisa colgada de un rizo de mi pelo, y dejar que los dedos se desangren en palabras que las cuenten.
Estoy convencida de que esta ciudad extraña, este mes frontera y yo, estamos hechos a medida.
Noto una brizna de ilusión en sus pensamientos otoñales, que no se refugia en su recuerdos, que sale a la calle y trata de disfrutar de sus silencios, con el sol dándole en la espalda, doblando las esquinas sin miedo, buscando las grandes avenidas donde el paso es mas seguro y relajado, dejándose llevar por el horizonte, respirando ese aire limpio que despeja nuestros pensamientos, solo hay que dar un paso detrás de otro, calculando el camino, para luego saber volver.
ResponderEliminarEs lo que tiene el Otoño Dñª.Elena, días de melancolía y días alegres sobre todo cuando sale el sol.
Un abrazo
Que curioso Elena jaja!!, creo que nos parecemos muy poco, que tenemos gustos muy diferentes y sin embargo puedo entenderte, puedo meterme en tu pellejo y sentir lo mismo que tu cuando te leo. La empatía, llegar a la gente a través de las palabras, es mérito tuyo.
ResponderEliminarMe rio porque soy animal de invierno, de frio y ex-urbanita irredenta. Ahora me gusta la soledad del campo y los sonidos y aromas de la noche. Y ocurrió de golpe, como cuando dejé de comerme las uñas (no hace tanto) tras haberlo intentado, adrede y sin éxito, en varias ocasiones.
Como siempre, gracias por estos "raticos"..Y un fuerte beso.
Puede ser D. Manuel que esa brizna de ilusión nunca se haya ido del todo, sólo necesitaba vaciar huecos para verla en el último.
ResponderEliminarLos recuerdos... son lo único que nos pertenece, aunque el futuro es lo único que nos ilusiona.
Un beso.
Bueno Candela, no creas que tan diferentes, yo soy anti-verano, disfruto el frío y la lluvia, pero también el sol tibio del otoño. Y también me gusta el campo, sus silencios, su paz.
ResponderEliminarGracias a ti por perder esos raticos en esta casa.
Un beso.
El Otoño tiene que resultar confortable en tierras cordobesas, ya que el verano con sus brasas y el invierno con sus vientos gélidos no os dejan otro resquicio amable en los dictados del díos Chronos.
ResponderEliminarSe le representa con tres cabezas: de hombre, de toro y de león,y era descendiente divino de Gea, la tierra, y Urano, el cielo.
Crono supo de Gea y Urano, poseedores del conocimiento del porvenir, que estaba destinado a ser derrocado por uno de sus propios hijos. Por ello, aunque fue padre con Rea de los dioses Deméter, Hera, Hades, Hestia y Poseidón, se los tragaba tan pronto como nacían.
"Ansí", pues, ese cruel díos del Tiempo os permite mirar al cielo sin temor a los extremos en esta época. Que la disfrutes.
Otoo o invierno, primavera o verano, siempre habrá luz en:
ResponderEliminar" Las emociones encontradas en las pupilas de la gente, el roce de una mano en las heridas y el regalo de una sonrisa colgada de un rizo de mi pelo".
El tiempo armosférico es voluble y caprichoso, el tempo interno que nos vamos creando, ése me complace más.
Un saludo Á
Así es Tella, el otoño aquí es muy templado, tanto que hasta Noviembre sigue haciendo calor, por eso es un mes frontera, entre el verano que se va y el invierno que llega.
ResponderEliminarY se disfruta, claro que sí.
Menuda lección de Mitología. Eres tremendo, contigo siempre se aprende algo.
Un abrazo.
Ángeles, al final se trata de eso, el frío se llega a sentir aunque afuera se alcancen los 40º a la sombra cuando te abrazas a la soledad, y por el contrario, una caricia o un beso pueden desatar los más furiosos volcanes en mitad de la nieve.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Un beso.
Siempre me gustó el otoño, sus colores, sus olores, su silencio, su espera, su... soledad. Imagino que será porque uno añora aquello que no tiene; tal vez sea porque a mi alrededor siempre está a punto de llegar el verano. Pero hay muchos tipos de soledad. Alguna es el resultado de una huida.
ResponderEliminarUn texto bellísimo, como siempre.
Un abrazo.
Ves esta Elena que puede parecer melancólica es más parecida a los segundos ojos marrones que más me gustan. Quizás o sin él, el otoño sea la estación del año que más me gusta, los primeros fríos, salir a pasear por el parque y ver como las hojas caen mecidas por una brisa...
ResponderEliminar...¡¡eh!! Que me pongo tontorrón y romántico, y eso no. jejejejeje.
Un millón de besos guapetona.
P.D.: Me he enterado a través de una amiga en común que hay "ciertos relatos" escondidos en el disco duro de "cierto" ordenador, de "cierta" carteyana. Si esto es cierto que lo es, solo espero que se anime a publicarlos poquito a poco para que todos podamos disfrutar de ellos. ¿Cuantos ciertos/as? jajajajaaj
Hermosa estación el otoño, que invita al recogimiento y la reflexión, a largos paseos para encontrarnos con nosotros mismos... que nos impiden dar todos aquellos que se aprestan a sacarnos un ojo con el maldito paraguas.
ResponderEliminarMe encantan los colores pardo, carmesí, morado, malva, características de los árboles, plantas y frutos del otoño...cuando la naturaleza cambia su color y se tiñe de tonos rojizos y dorados, y los días se vuelven cada vez un poco más cortos y fríos...y me gusta ver tus letras en armonía con este, tu buen ánimo.
ResponderEliminarDisfruta de la transición...
un beso
Mercedes, a mí me gustaba de niña el verano o incluso el invierno, es ahora cuando he descubierto todas las posibilidades de estos meses, sus colores y sus olores.
ResponderEliminarUn beso guapa.
Nooooo Javier, no te pongas poético.
ResponderEliminarLo de los relatos me lo estoy pensando, es que no me parecen buenos aunque me da pena que se pierdan en el disco duro. No sé.
Un besote para mi galleguiño preferido.
Aspirante, estamos hablando de paseos en otoño y acabo de caer en la cuenta de que hoy no he salido de casa, jajaja ¡Hay que ver!
ResponderEliminarUn abrazo.
Sonrisa, a mí me gusta verte por aquí regalando ánimo y paz con tu risa.
ResponderEliminarUn beso guapetona.
OTOÑO
ResponderEliminarPues todo tú, según la luz se afina,
te expandes en haces de oro y pluma,
como, fulgores con fulgor, la espina
dorsal del día que el estío abruma.
Para tí con un abrazo.
Luis otoñado siempre.
¿Porqué una ciudad extraña? Intuyo melancolía tras tus palabras, necesidad de reencontrarte ¿con qué? o mejor dicho ¿con quién? imagino que contigo mismo.
ResponderEliminarLo bien que nos cuentas tu desazón.
Preciosa entrada
Gracias Luis. Para mí. Lo tomo como oro en paño... de otoño.
ResponderEliminarUn beso.
Mª José, extraña como las cosas hermosas que nos regalan sus dos caras, y las dos bellas.
ResponderEliminarQuizás sí, quizás me busque y puede que hasta me encuentre.
Un beso guapa.
"Después hay que saber volver, reconocer las emociones encontradas en las pupilas de la gente, el roce de una mano en las heridas..."
ResponderEliminarLo importante es salir, porque el camino de vuelta es siempre lo mismo. Al menos se noto hoy un auire más fresco y un aroma má sutil que estos dias atran. Me alegro que te asomes a tomar ese aire puro del que hablas.
Un beso, cuidate
Elena, quiero que sientas el roce de mi mano en tus heridas. Te envio mil sonrisas para que cuelgues en los rizos de tu pelo. Quiero hacerte mas llevadero tu paseo por la ciudad perdida...
ResponderEliminarUn beso
Katy, sería imperdonable perderse el color y el aire fresco de estos días cordobeses.
ResponderEliminarRelajan y calman.
Un beso.
Maripaz, gracias por las sonrisas, se agradecen.
ResponderEliminarUn beso.
Elena, nunca nos acostumbraremos a los extremos de temperatura en nuestra tierra. Tienes razón en que en estos meses es cuando se puede pasear por las calles, disfrutando de temperaturas agradables, y paisajes bonitos.
ResponderEliminarSalir a la calle, respirar aire puro y dejar la mente vagar, hace bien.
No te sientas extraña en tu tierra.
Precioso el post, como siempre.
Cuídate mucho y un enorme abrazo.
Ya te decía yo que se te dan bien las metáforas ¡Y encima se entienden! jajaja.
ResponderEliminar¡Es que tienes arte joía!
"antes de que la claridad recoja su nombre en el cielo", "Y caminar despacio, tragando esquinas y edificios, empujada por el viento que me lleva a un palmo del suelo y a dos centímetros de tocar el cielo".
¡Esas cosas no se me ocurren a mí, ya te digo!
Un beso.
Cordobesa, un día oí en la radio que en esta ciudad la gente no sale en verano por la calor, y en invierno tampoco por el frío. No sé, porque yo veo mucha gente en la calle siempre, jajaja.
ResponderEliminarAhora es un momento perfecto para perderse por Córdoba.
Un beso.
Jajajaja, Adelaida, qué gracia me ha hecho eso de que "¡encima se entienden!
ResponderEliminarPues de eso se trata, de que se entienda, tú me dirás cómo transmitir si el que lee no sabe qué coño estás diciendo; lo más complicado es hacerlo bello además de entendible. En eso tengo mucho que aprender.
Gracias, eres muy generosa conmigo.
Un beso.
Todas las estaciones tienen su encanto, son como la mayoría de las personas.
ResponderEliminarPerderse y dejarse llevar por esas aceras y el viento a un palmo del suelo, es una de las sensaciones más gratificantes que podemos encontrar.
Lo único indispensable es, poseer los ojos que tu posees, esos que están en conexión directa con el alma.
Elena, un verdadero placer leerte.
Gracias por tus amables palabras en mi blog.
Un abrazo.
Gracias Mistral, para ver sólo hay que tener el alma abierta, aunque sea con los ojos cerrados.
ResponderEliminarUn beso.
Estimada Elena...
ResponderEliminarBonitas lineas que se asemejan al camino que he tomado esta mañana, un camino lleno de ocres y amarillas hojas. Y es que cuanto sentido me parece que tienes apreciando y haciendo apreciar este -como dices- mes frontera.
Un abrazo, amiguita.
Querido Dadaista, este mes frontera no se puede disfrutar si no es con todos los sentidos abiertos.
ResponderEliminarUn beso.
Mª Carmen, qué razón llevas, estoy en Carteya bajo la mesa camilla con el brasero, en Córdoba aún no he encendido ningún tipo de calefacción. La temperatura varía bastante.
ResponderEliminarDe todas formas sigo prefiriendo el frío al calor.
Un beso.
hola Elena. Precioso lo que acabo de contemplar y todo ese sentimiento se recoge en esta cancion.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=gMj_MDpwsS8. Espero que la puedas ver.
Es OTOÑO , de MEDINA AZAHARA.
Besos amiga...
Gracias Paco, eres muy amable. Ah, y gracias también por la canción.
ResponderEliminarUn beso.
Elena...
ResponderEliminarQue hermosas palabras querida amiga. Yo, al igual que tú, considero que esa "extraña" ciudad también esta hecha a mi medida, y por eso, volveré, no se cuando, pero volveré a doblar sus esquinas y a empaparme de otoño, frío y calor...
Un beso, paisana
Gracias Félix. Esta "extraña" ciudad te espera con su calor y con su frío, da igual, te espera.
ResponderEliminarUn beso paisano.
...Y es que eres descaradamente única e importante.
ResponderEliminar¡no se te ocurra dudarlo!
Besos mil!!!
Jjajaja, qué gracia tienes Silvia. Yo no decía eso para que se interpretase literalmente, jajajaj.
ResponderEliminarDe todas maneras, muchas gracias preciosa.
Un beso.
Después hay que saber volver, reconocer...
ResponderEliminarYa, ya, otoñal ciudadana. Vacía antentamente los bolsillos, y busca la hoja rosada.
Un abrazo (con viento del Este).
Ignacio
Ya la busco , pero en mis bolsillos sólo quedan hojas ocres.
ResponderEliminarUn beso Ignacio.
Las fronteras, cuando son permeables, reciben el doble de estímulos. Es bueno que fomentes ese comercio de sensaciones.
ResponderEliminarUn beso.
Tawaki, a lo largo de la historia no ha habido frontera más permeable que la de esta ciudad.
ResponderEliminarBesos.