domingo, 22 de junio de 2014

HELENA CON H

“Sólo alcanza la grandeza quien cuida de los pequeños detalles”.
                                                              José M. Gironella

 

Pasan las horas encapsuladas en los días sin pena ni gloria, una tras otra, a veces hasta sin ruido, alguna vez haciéndose notar. Vivo una vida más, como millones de vidas que pisan la tierra y miran al cielo esperando no sé qué. Tampoco soy exigente en exceso, pedir tranquilidad y paz no creo que sea mucho pedir. Pero de vez en cuando, uno de tus días se rebela, y a empellones sale de la disciplina de tu vida, quiere ser protagonista de un mes de tu almanaque. Y te zarandea el alma como una corriente eléctrica que te recorre desde los tobillos hasta la coronilla y te hace poner en pie.

Creo que fue el siete de abril cuando recibí una llamada en la que me comunicaban que había ganado el premio local del concurso literario organizado por el Ayuntamiento de Nueva Carteya “Con nombre de mujer”. Acababa de entrar en el portal de mi casa, venía con el carrito de la compra hasta los topes, las llaves en la mano, el bolso que no se quedaba quieto en el hombro y el teléfono que no paraba de sonar -quién leches será ahora-.

Era Helena, con hache, Concejala de Igualdad y Asuntos Sociales del Ayuntamiento de mi pueblo. Su voz sonó como musiquilla celestial, anestesiándome la caracola del oído y dejándome mudas las cuerdas vocales. En ese mismo momento puse a trabajar vísceras y alma en un intento por mostrar alegría, entusiasmo, sorpresa, y hasta gratitud, pero no sé si conseguí al menos que Helena no pensara que al otro lado del teléfono había una zombi.

Desde aquel día, Helena se puso en contacto conmigo varias veces, quería saber de mí, de mis inquietudes, de mi trayectoria personal; se acercaba el día de la entrega de premios y andaba la concejala elaborando un texto para presentarme antes de que yo saliera a la palestra a leer el relato premiado. 

El 20 de junio llegó, fue otro día de esos pocos que se rebela contra el tedio y pone tu cerebro a trabajar a marchas forzadas con el fin de controlar las emociones. Helena tomó la palabra y quedó inaugurado el acto para a continuación presentar a esta humilde bloguera sin pretensiones literarias más allá del entretenimiento (como siempre digo). Y aquí viene el motivo de esta entrada tras esta larga perorata para poner al lector en antecedentes:

Helena, tenemos la costumbre de criticar al que creemos hace mal su trabajo o no está a la altura de lo que se esperaba de él, no escatimamos en adjetivos negativos para censurar o vituperar la conducta de alguien, mucho más si de un trabajador público se trata; por ello, yo quiero hoy alabar, elogiar y celebrar con palabras tu labor, tu acertado comportamiento, tu profesionalidad, generosidad y, por qué no, tu trato amable y cariñoso.

Una vez más me dejaste sin palabras, o mejor dicho, con todas ellas atropelladas en la garganta con el peligro que ello suponía pues inmediatamente saldría a leer mi relato “El mapa de la soledad” con un nudo en la boca del estómago. Sé que ocupaste parte de tu valioso tiempo en buscar y encontrar datos míos por este callejón. La presentación tan personalizada, mirándome a los ojos, …me emocionó, me hiciste sentir importante, no todos los días alguien dedica su tiempo a ti, mucho menos regalándote palabras elogiosas y rebosantes de cariño creo que sincero. Hablo por mí, claro, pero sé que los demás premiados y participantes comparten al cien por cien mis palabras. Que todo vaya bien, con naturalidad pero sin dejar ningún cabo suelto, que hagas sentir como en casa a quien de muy lejos llega, que hasta de lo más prosaico subrayes su parte poética, …eso, eso no tiene precio y merece un GRACIAS con mayúsculas.

Gracias Helena, gracias por hacer estos días que se presumían normales días para no olvidar, de ésos que se hacen notar en tu almanaque personal.
Gracias por hacer de la excelencia algo normal en tu trabajo.

Un beso Helena, con hache.

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