Andrés Trapiello “El gato encerrado”
El ruido se queda fuera. Dentro, el silencio se hace denso y deja escuchar sus latidos como golpes gruesos en la piel del vacío.
Detrás de la ventana cerrada la vida aporrea los cristales, pero sólo consigue colarse tímidamente, como un ladrón en casa ajena.
Hay días en los que sólo quisiera escuchar el silencio, en los que, si el mundo tuviese una ruedecita para el volumen, buscaría un objeto punzante y haría palanca sobre ella hasta hacerla saltar por los aires en trocitos diminutos imposibles de recuperar, y dejaría mudo al mismísimo sordo mundo.
Son esos días en los que te molesta hasta el saludo de los vecinos en el ascensor, y sales a la calle con los dedos cruzados esperando no encontrarte con nadie ni nada que perturbe tu buscada y silenciosa soledad. Son días en los que hasta el trino de los pájaros caracolea incesante por el laberinto de tu oído y se pierde por las paredes internas de tu piel haciendo temblar el sístole de tu corazón.
Hay noches que me regalan sueños en los que es posible un mundo mudo, a pesar de los ruidos.