Debajo de un pequeño puente pasaban las escasas aguas del Carchena, arroyo de juegos y travesuras de niños más que preocupación del Atlas Hidrológico de España.
Era inevitable salir del colegio por la puerta del Callejón, pasar a la vera del Carchena y no pararte a asomarte o, lo que para mamá era peor, no meterte a explorar...
…Atravesar selvas de cañizos empuñando una espada robada a cualquier olivo… saltar a la otra orilla sin mojarte… descolgarte por el puente al grito de Tarzán… correr tras las ratas que huían cloaca adentro…
Alucinaba seguir el curso del agua y aparecer en el confín del mundo donde se encontraba el Templo Sagrado del pueblo, o sea, el lavadero de la Fuentecilla abandonado en el que se juntaban las mujeres a blanquear la ropa muchos años atrás.
…Y pasó inmisericorde el tiempo…y demolieron el lavadero…y ocultaron el Carchena en una bóveda de hormigón sepultando en sus entrañas cientos de tesoros y corsarios en su búsqueda, exploradores y faraones, princesas y ogros…juegos, canciones y cuentos…