lunes, 20 de septiembre de 2010

CONTANDO VERDADES

“Siempre digo la verdad, incluso cuando miento digo la verdad”.
Al Pacino “El precio del poder


    
Fue Ana la que encendió mis ganas que temblaban como el pabilo de una vela, yo no estaba segura ni de lo que quería hacer ni si sería capaz ni cuánto duraría.  Un año ya...
Me daba verdadero vértigo asomarme al abismo de este mundo virtual. Mis pasos inconscientes me llevaban  a las puertas de un laberinto con una mochila atiborrada de palabras desordenadas como único equipaje, no sabría salir, y lo sabía, pero me ilusionaba intentarlo. Siempre despertaron mi curiosidad los laberintos, ese halo de misterio que los envuelve, y ahora me retaba yo misma a recorrer todos los ángulos de éste acompañada sólo de palabras. Lo mismo me perdía. Juro que haré lo posible por no encontrar la salida.

Y aquí me hallo, delante de un cuaderno virtual que poco a poco completa sus páginas con los añicos en que estalló mi cerebro la última vez. Y mi alma. Sólo puedo ofreceros palabras, que a veces no tienen significado, ni sentido, ni opinión. Incluso me hacen pensar que os mienten, que no siempre son sinceras, que finjo. Y que ni siquiera lo que escribo coincide con mi estado de ánimo.
Contar una vida me resulta muy difícil sin estirar la mano y robarle a una nube los contornos del dibujo de mi imaginación, y me sorprendo a mí misma rebuscando hilos de palabras en el costurero de la ficción para pespuntear los pensamientos que no son. O sí.

Miento, coso y descoso, llevo y traigo, coloreo y borro, escribo y tacho… hasta que cuento…, que me cuento… Porque detrás del invento, está mi cabeza, detrás del color, mi corazón, tras la ficción, mi alma,… Incluso cuando miento digo la verdad.

Ahora sé que siempre soy yo, porque todo lo que muestro lo encuentro si me miro hacia dentro. Nunca fui más sincera que hoy, al desplegar ante todos lo que siempre oculté en el envés de mi alma. Soy yo, sin piel. Abierta y transparente, como las puertas de una cajita de cristal.


viernes, 17 de septiembre de 2010

SEPTIEMBRE Y LLUEVE

 "Mas yo siento en el agua algo que me estremece...,
como un aire que agita los ramajes de mi alma."
Federico García Lorca


La eché de menos, imploré por su llegada, la llamé hasta inconscientemente mientras yo me licuaba en mil gotas de sudor pegajoso por entre las rendijas de las baldosas. Le canté mil tonadas desafinadas, la soñé noche sí y noche no mientras recitaba los nombres de todas las estrellas del firmamento una a una. Y hasta la invoqué en un silencioso aquelarre con las palabras que se agarraban a mi garganta desde la boca hasta la boca del estómago.

Me aupé en un último intento a los tejados que ya conocen mis pasos, y allá, a lo lejos, justo en la línea en que se adormecen los sueños, la vi romper el cielo.

Casi no la reconocí, vestía un traje casi nuevo, casi largo, casi negro, y se extendió por el cielo como una enorme ola que arrastra la arena de la playa del último verano.


lunes, 13 de septiembre de 2010

CANCIONES DESAFINADAS

I’m singing in the rain
Just singing in the rain
            Gene Kelly “Cantando bajo la lluvia”
                                     
                                              
Hoy me aúpo a los tejados de esta ciudad desierto en busca de alguna huella de tu regreso rodando por la línea del horizonte, pero a lo lejos sólo atisbo una nube de polvo viciando el aire denso que se arremolina en acto de protesta negándose a marchar. Todavía.
Vuelvo a asomarme a la tapia de tu verano agachada y en silencio, empujando con la mirada el minutero espeso de mi reloj de muñeca y dando cuerda al reloj parado que sostienes en este cielo mudo que aplasta las aceras de tus calles.
Mantienes mis pupilas atadas a las miradas que dejé detrás de los cristales arañados, mirándote, aunque ni te viera. Deletreo tu nombre con tinta indeleble para transformarte en realidad tangible en el hueco de mis manos. Y atraparte.

A veces me canto canciones desafinadas a ver si las oyes y decides volver a desentrañarme las ganas y vuelvo a oír tu goteo implacable sobre el alféizar de mi ventana. Mojando de una vez mi impaciencia.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

BREVE

“Tan preñadas están de significado, (…) que es como si las hincharan los capítulos enteros sin escribir que llevan dentro (…).”
                            Sam Savage “Firmin”


Me gustan los textos breves. Los que esconden todo el significado en pocas frases cuyas palabras estallan en tus retinas como un paquete de confeti disparado justo en el centro del nervio óptico, con la puntería de un francotirador. Me gusta verlas caer como pequeñas mariposas abatidas, con todas sus formas y colores revoloteando en tu cabeza hasta que se posan en el suelo, enroscándose en tus tobillos en forma de letra C de caricia. Palabras directas a sostenerte la sonrisa, o a derramarte una lágrima justo desde el borde de tus pupilas hasta las rodillas que apenas te sostienen.
 

miércoles, 1 de septiembre de 2010

REGRESAR

“Cuando volví a casa comprobé que la rememoración tan vívida de mejores días no me aportaba el menor consuelo.”
                    Miguel Delibes “La sombra del ciprés es alargada”

Regresar no es sólo subir al coche y tomar la N432 Córdoba/Granada. No es cerrar una puerta y abrir otra en otro lugar conocido y nuevo a la vez. Cuando sé que voy a volver a los abrazos y los besos de los míos, al lugar donde nací y a las calles que me vieron crecer, se me acumulan muchas emociones que amartillan con fuerza justo en el centro de mi corazón, y éste empieza a bombear sin orden ni concierto como si estuviera a punto de estallar fuera de mi pecho, porque también regreso a las calles que me dijeron adiós cuando aún era joven y que se quedaron grabadas en el espejo retrovisor del coche para recordarme, una y otra vez, que ese lugar ya no me pertenece por mucho que mis retinas guarden su recuerdo y por mucho que sus contornos decoren mis fotografías en blanco y negro.

Nunca dejará de sorprenderme la cantidad de sentimientos encontrados y a veces contradictorios que se deslizan por mi mente como cientos de dardos (envenenados) derechos a clavarse en la parte baja de mi nuca, a mayor velocidad con que las ruedas van dejando atrás kilómetros y kilómetros de asfalto. Porque sé que una gran parte de mí dejo siempre tras la puerta que cierro. Que sólo me acompaña una maleta pequeña y una lista enorme con todo tipo de afectos pero compartidos ni se sabe a qué tanto por ciento.

Y la silueta de la ciudad que va quedando atrás me recuerda que allí dejo gran parte de lo que soy y que nunca sube al coche.

 
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