Uno acaba nunca la misma canción
Tan Mezquita, tan judeo-cristiana
Cuando llega la hora de alzarse el telón
Se despierta en Córdoba la llana.
Joaquín Sabina (gira "Vinagre y Rosas")
No me sorprende escuchar de vez en cuando que has sido toda una sorpresa inesperada, que no te imaginaban así, que ¡ay si lo hubiesen sabido antes!, que no es suficiente con llevarte de regreso a casa en el útero oscuro de sus cámaras de fotos, y que tienen que volver en busca del abrazo tibio de tus calles estrechas y al (c)olor de tus patios. Que se despidieron de ti con las retinas desbordadas y el alma empapelada de momentos inolvidables para el recuerdo. Que nunca deberías haber sido ciudad de paso para un corazón viajero buscador de belleza.
No, no me sorprende porque hasta los que te vivimos día a día no acabamos de reconocerte nunca, siempre nos descubres un rincón reservado a la sorpresa de una noche oscura, una esquina de piedra blanca tras la que se esconde una luna partida, una luz misteriosa que se escapa por los tejados a la hora justa, un silencio llevado de orilla a orilla por el agua de un río que se sabe protagonista, y un viento suave que mece las ramas de los árboles y que te obliga a cerrar los ojos, respirarte profundo y sentirte entera e invasora de almas. Te das a bocajarro como un disparo de emociones en los corazones que te encuentran. Das más de lo que te piden, mucho más, desbordando cualquier expectativa, cualquier ilusión viajera, cualquier concepto de belleza.
Eres la silenciosa, la desconocida, la ciudad de paso.
Dicen que la humildad es patrimonio de la grandeza, y tú eres la más humilde de esta tierra.