El infierno está todo en esta palabra: soledad.
Víctor Hugo
Cruzaba las calles desafiando a los coches que chirriaban como violines desafinados en un concierto de cuerda sin director.
La mirada transparente, oculta tras una melena de rizos encrespados y sucios, parecía perdida en la nada, como si buscase a lo lejos las promesas que a todos un día nos hace la vida.
Sus pies cansados arrastraban su enjuta osamenta en unos zapatos ajenos que se bebían todo el agua de los días de lluvia.
Apenas era un hilo de espíritu hilvanado a unos huesos sueltos abotonados a un trozo de piel.
Insensible a los calores de verano y a los vientos de invierno que te curten la cara y las manos, todos los días deambulaba pidiendo un pitillo o algo para comer.
Si había suerte, su banco favorito delante de la cafetería Peter Pan lo esperaba para tomar un bollo de pan recién hecho mojado en café caliente bajo el sol templado de la mañana.
Siempre callado, ni para pedir hablaba…, un gruñido…, la mano alargada y seguía su camino…, su laberinto de calles.
Era parte del paisaje urbano, un elemento más del barrio, como una farola, una papelera o un autobús que aparece y desaparece una y otra vez.
Dormía donde el cansancio lo acostaba.
Caminaba incansable, sin rumbo y sin norte, como un animalillo enjaulado que busca la puerta de salida…, y la encontró, la abrió y salió de la vida.
Algunas veces me parece oír el chirrido de los coches que frenan al paso de su sombra.
Hola Elena!! Muy bello y triste. Quien no ha visto ese personaje deambulando por las calles...Pertenece al paisaje de toda ciudad amiga.
ResponderEliminarBesossss
Es muy triste estas personas vagando por las calles pero aqui cuando hace tanto frio el ayuntamiento cuando los ven dormiendo en bancos, o cajeros, o cualquier otro sitio les ofrece un lugar para dormir y estar calientes, otros voluntarios que son de admirar llevan cafe caliente, comida, y se lo van ofreciendo.
ResponderEliminarDa mucha pena que estas personas por las circustancias que sean hayan caido en vivir en la calle, ojala que se pueden darles un hogar, un porvenir y dejar esta imagenen que forma parte como tu bien dices de paisaje urbano.
con cariño
Mari
Siempre he pensado que detras de cada personaje de este tipo, tiene que haber una gran historia. La mayoría de las veces muy dura.
ResponderEliminarSaludos
Así es. Así deberíamos de vernos. Así me ves. Así somos todos en el fondo.
ResponderEliminarUn beso.
Dulces. Dulces palabras.
ResponderEliminarEntrañable y desgarrador relato. Lo malo, Elena, es que nos dice que parecía ya formar parte del paisaje urbano como lo es una farola, una papelera...Pero no, era un ser humano digno y merecedor de todo el respeto y aunque aparentemente fuera insensible al calor o al frío, seguro que no lo era y en su soledad permanente nunca olvidaría que un día fue niño como los hijos de los demás a los que veía todos los días, incluso alguno burlándose de él, ni olvidó que él también tuvo sueños maravillosos en su juventud. ¿Qué pasó después? Sólo él lo sabía y sólo a él le importaban.
ResponderEliminarTodos los días pasan a nuestro lado muchos casos semejantes y me temo que casi siempre miramos para otro lado. Por lo menos, yo lo hago.
Un beso.
Elena, precioso. Me ha encantado tu relato. Parece que lo voy acompañando por las calles a ese ser, que por otro lado no es dificil de verlo en nustras ciudades.
ResponderEliminarTriste final
Besos guapa
Es un relato emocionante y maravillosamente descrito.
ResponderEliminarEl como describes al mendigo es de premio.
Mis felicitaciones sinceras porque tienes una pluma y una sensibilidad fenomenales.
Este escrito debieras de mandarlo a algún periodico o revista porque es sencilla y directamente MUY BUENO.
Un cariñoso abrazo
Hola Elena, lo que acabas de describir es una realidad cotidiana. Conozco muchos que ha encontrado esa salida. Pero también conozco quienes han hecho por ayudarles y no han querido. Han preferido la huida a ninguna parte.
ResponderEliminarMuchos necesitarían tratamiento médico porque tienen serios problemas psicológicos mas que caridad y comida.
Has descrito muy bien y con mucha sensibilidad este mundo que me es bastante conocido.
Besos y buena semana amiga
...así es la vida de los indigentes, de los mendigos, de esas personas necesitadas de lo mínimamente necesario...
ResponderEliminarDormir al intemperie sintiendo un calor insufrible los días de verano y un frío abrazador las noches de invierno durmiendo entre cartones, teniendo como techo las estrellas y como compañía, la soledad; rebuscando en la basura algún resto de comida que a veces ni el perro, nuestra mascota, lo quiso y, en el mejor de los casos, aguantando las largas colas de algún comedor social; vagando por las calles de cualquier ciudad expuesto a la mirada de muchas personas que por él sentiran pena, dolor..., asco y rabia en algunos casos...; y, luchar contra la vida..., contra la droga y, desembocando siempre en la soledad, el abandono, la tristeza, la humillación y el desprecio..., esa es la vida de un "sin hogar".
Poco se puede hacer por ellos..., o quizás mucho, no sé...!!, pero igual si socialmente fuéramos más responsables y para con ellos tuviéramos una actitud más sensible y dulcificada, sin juzgarlos por lo que son y sí por como son, creo que podríamos hacer algo por esos que de alguna forma eligieron la calle por obligación, por que luego están esos otros que la eligieron como medio de vida..., como una forma diferente de vivir y que por supuesto, se la respeto.
Si podemos hacer algo por ellos en éstos días..., acordarnos de ellos..., pasar por su lado y dejar en su mano una moneda, un jersey, un pantalón, unos zapatos de esos que tenemos almacenados en el armario empotrado..., un platito de comida para ese indigente que espera en la puerta de tú casa..., un beso, por que también es mi hermano.
Otro para tí, Elena...
Abrígate.
Muchos olvidan que detrás de cada sonrisa de Navidad por desgracia se encuentra en el otro lado de la puerta una historia triste. El tenia su banco favorito en frente a la cafetería Peter Pan, quizás fuese su País de Nunca Jamas aquel banco.
ResponderEliminarMagnifico Elena, ojala muchas veces viésemos las sombras que tenemos detrás de nosotros.
Un beso guapetona.
P.D: No me riñas, se que estoy un poco vago con Henna, pero estoy preparando el viaje a Galicia para las Navidades. ¿Vale como excusa? jajajajajaj
Sí Gabriela, y más triste porque era conocido por todos en el barrio.
ResponderEliminarUn beso.
Mari, en este caso, el personaje tenía casa, pero prefirió el camino equivocado y la vida se lo cobró.
ResponderEliminarUn beso.
Máximo, según cuentan, era hijo de unos médicos que como padres le ofrecieron una vida digna que rechazó. Esa es su historia conocida.
ResponderEliminarUn beso.
Uy, José Alfonso, a mí no me gustaría verme así. Tampoco ver a nadie en estas circunstancias.
ResponderEliminarBesos.
Me ha encantado, pero sobretodo, me ha parecido muy original.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Angus. Las tuyas breves pero importantes para mí.
ResponderEliminarUn beso.
Fernando, en este caso concreto no era un desconocido, su historia era conocida por todos, y los vecinos le daban más de lo que podían.
ResponderEliminarBesos.
Mª José, una historia con un final que todos nos temíamos.
ResponderEliminarUn buen día desapareció del barrio, era joven, hubiera tenido una vida por delante.
Un beso.
¡¡¡Ay mi querido Tellagorri, que me vas a sacar los colores!!!
ResponderEliminarEres muy, pero que muy generoso con las cosillas que escribo, pero de verdad que no tengo ninguna pretensión fuera de plasmar en este humilde blog parte de mis sentimientos, de lo que he sido y lo que soy.
Gracias.
Un beso para ti.
Katy, precisamente, como ya he comentado anteriormente, este caso es como dices.
ResponderEliminarEligió un camino equivocado, no oyó a los que le querían ayudar y la vida se lo cobró sin piedad.
Besos amiga.
Lola, como dices, hay quien se vió en la calle por motivos ajenos a su voluntad, aunque otros eligieron esa vida. Eligieron vivir al margen de la sociedad, en el mundo sórdido de las drogas y la delincuencia.
ResponderEliminarEs muy triste, pero es una realidad.
Ojalá nadie se vea en estas circunstancias sin haberlas elegido.
Mil besos.
Javier, cada banco, cada sombra, esconde una triste historia que en estas fechas nos hacen reflexionar. Historias que no deberíamos olvidar nunca.
ResponderEliminarUn besote.
PD.- ¿Cómo te voy a regañar si yo misma estoy más liá que la pata un romano?
El fin de semana estuve en mi pueblo, cuando llegué anoche tenía un mogollón de lectura bloguera. Hoy dediqué la tarde a las compras navideñas (que aún no terminé). Mañana...
¡Tierra, trágame! jajaja
Enhorabuena por tu relato, me ha puesto la piel de gallina al leerlo.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Hola Elena!
ResponderEliminarAsí es la vida, ¡Todos…!
Todos pasamos por ella con la mano extendida,
Solo que a unos se les nota más que a otros.
Cosas de la vida.
Saludos de J.M. Ojeda
P.D. Felices Fiesta y Prospero Año Nuevo.
Sonrisa...bonito nombre.
ResponderEliminarGracias por tu visita y por tus palabras.
Un abrazo.
J.M., así es, al fin y al cabo todos andamos pidiendo. Unos piden algo material y otros optan por el cariño.
ResponderEliminarUn abrazo, bienvenido.
Como el personaje de tu relato estaba deambulando esta tarde por la Net y me he detenido en tu casa.Como otros han comentado yo mea culpa pues cuando me cruzo por la calle agacho la mirada, murmuro un "lo siento, no tengo más" si piden alguna ayudan avezgonzada después al gastarme unos euros en un trapillo que no necesito...
ResponderEliminarElena, es bueno encontrarme con almas que me recuerdan que no debo apartar la mirada.
Un abrazo
Carmen, me alegra que el azar te haya traído a ésta tu casa.
ResponderEliminarEs bueno reconocer que a veces somos egoístas, y olvidamos que en la calle nos podemos ver por circunstancias de la vida cualquiera de nosotros.
Un beso.
Dulcemente desolador y maravillosamente escrito.
ResponderEliminarTenemos que aprender a ver, a ver en serio.
Gracias.
Gracias a ti por tu amabilidad, 1600.
ResponderEliminarLo malo es que vemos, pero a intervalos.
Un beso.
Pues aun mas triste, que se equivocara y acabar de esa forma, tambien otros lo hacen por adicciones, que no pueden controlar ni desean que nadie les ayude, en fin en cualquier caso es muy terrible vivir en la calle.
ResponderEliminarCon cariño
mari
Elena...
ResponderEliminarHas conseguido transmitir mucho con estas letras. Sin duda, es una situación horrible, la soledad, no saber donde ir, no tener una mano amiga. En estas fechas, más que nunca, debemos buscar esas "sombras" y tenderles nuestra mano amiga.
Besos¡¡
Hermosas tus palabras Félix, pero me temo que no todos tendemos esa mano amiga.
ResponderEliminarBesos.
Tristes realidades y muy bien descriptas.
ResponderEliminarSoledades -Dolores-
Has transmitido lo cotidiano en una forma bella.
Te saluda desde Argentina,Liliaba
Liliana...
ResponderEliminarSoledades que en estas fechas se nos presentan como una cruda realidad que a veces olvidamos.
Gracias por tu visita y por tus palabras.
Te saluda desde una tarde lluviosa y fría de Córdoba, Elena.
Muy bonito Elena.
ResponderEliminarPrecioso.
Eres una buena escritora, aunque eso ya te lo había dicho.
No importa; te lo repito.
Me alegra que te guste, pero no me llames escritora por Dios. ¿Qué pensarán los verdaderos escritores?
ResponderEliminarEres muy amable conmigo.
Besos.
Compartimos Jaén y Córdoba a la "Marquesita"...podrás verla en las calles a la Estación de Autobusesde Jaén...arregladita, siempre leyendo, acurrucada en algún portal del centro...con una impecable maleta que guarda su vida... setenta y tantos años los que le echo, quizás la calle le ha puesto algunos encima... me dicen que es cordobesa, que su familia de vez en cuando viene por ella, y se la llevan...y la arreglan, pero ella, eterna Penélope algo perdió en Jaén y aquí siempre termina regresando...
ResponderEliminarUn beso cuñada... voy poniéndome al día.
Cuántas historias guardan esos andenes...
ResponderEliminarHistorias que a veces se imponen y otras se buscan.
Un beso para ti.
Me alegro de tu puesta al día.