Sólo después que ha pasado, sabemos de ella.
(Anónimo)
Pavo negro, nueces fritas y chorizo de la reciente matanza, era el menú para la cena de Nochebuena en la huerta.
En la mesa del comedor se reunían mis abuelos con mis tíos y mis padres. Los chiquillos preferíamos hacer un semicírculo alrededor de la chimenea en la cocina, allí donde se ahumaban las morcillas de aquel pobre cerdo.
Creo que no sabría explicar con palabras lo que mis sentimientos guardaron en mi memoria aquellas noches de Navidad. Era muy pequeña, pero sabía que mis sentidos estaban percibiendo olores, sabores, sonidos y colores difícilmente repetibles en un futuro. No tuve que hacer grandes esfuerzos por retenerlos en mis recuerdos.
La luz anaranjada de las llamas de la chimenea, se proyectaba sobre las figuras de la cocina que temblaban, como si jugaran con las sombras de las paredes.
El murmullo que llegaba del comedor quedaba acallado por nuestros villancicos de voces de niños. Como ecos suaves que se superponen y se complementan.
En el ambiente se respiraba una armonía inusual, distinta, nueva. Entonces no supe que se trataba de la felicidad, aunque recuerdo sentirme envuelta en un halo de bienestar, como cuando se oye la lluvia golpear el cristal de la ventana desde la cama.
De la cena guardo el sabor de las nueces fritas y de la tarta que mi tía Frasquita María escondía todos los años, y nos hacía buscar por toda la casa. Carreras y risas hasta dar con el pastel, y luego todos en fila a cantarle un villancico, pandereta en mano, de uno en uno, o no había aguinaldo.
Hoy, me gusta subirme en una nube, y dejarme llevar por un viento suave hasta la huerta, y desde arriba mirar a mis abuelos, felices por tenernos a todos juntos, a mis tíos y a mis padres. Oír a los chiquillos desafinando villancicos… verme guardar en la memoria los olores, los sabores y los colores de aquellas Navidades.
Hoy, faltan mis abuelos, mi tía y mi tío ya no están, no hay tartas escondidas… ni nueces fritas.
Gracias a ti Mª Carmen. El gusto es mío cuando paseo por tu blog.
ResponderEliminarLeeré tu post en "Luciérnagas". Seguro que logra emocionarme, como todo lo que escribes.
Mil besos, amiga.
Es un precioso relato de infancia, como todos los tuyos, con nostalgia de vivencias y de un mundo que desapareció con la modernidad de los electrodomésticos y las teles.
ResponderEliminarEn aquella época aún tenía mucho valor el vecino, el familiar, el conocido e incluso el desconocido encontrado tirado en la calles.
Luego vino la época, actual, en que esos valores de ver individualidades han desaparecido.
Ahora cuando un coche se accidenta y su conductor asoma en la autovía o autopista con cara de no creerselo, no se para nadie.
Ahora cuando circulas por las calles de ciudades medianamente grandes, y el gentío tropieza con un hombre tirado en la acera ( por un infarto o por estar borracho) el gentío se desvía y pasa de largo.
A todo esto, Elena, qué son NUECES FRITAS. Jamás las he probado.
Tellagorri, al final voy a aburrir al personal con tanto recuerdo infantil. Éste no sé si será el último, supongo que no, pero tenía que escribirlo, porque si bien es verdad que tengo mi infancia muy presente, las navidades ocupan un lugar predominante en mi memoria.
ResponderEliminarA ver, las nueces fritas son eso, nueces peladas que se doran en una sartén con un poco de aceite de oliva. Pruébalas, tienen un sabor exquisito. Es como si tostaras almendras.
Besos.
Elena...
ResponderEliminarQue bonitas palabras, amiga. A mi también me ocurre que tengo olores, imágenes y sensaciones que me avocan sin remisión a aquellos tiempos en los que ibamos por el barrio pidiendo el aguinaldo en forma de caramelos y cantándole villancicos a los vecinos de uno en uno. Pero tranquila, que a buen seguro, los tuyos que te faltan, estarán ahi arriba sonriendo y acordándose de esos días que ya no volverán pero que quedaron grabados en tu mente a fuego.
Un beso.
Lo recuerdo bien Félix. Íbamos en pandilla con las panderetas antes de la cena de Nochebuena, de casa en casa pidiendo el aguinaldo.
ResponderEliminarHoy siguen pidiéndolo, pero apenas cantan dos versos, y ya dicen ¡"el aguinaldooooo!", jajaja
Mi padre se pone unas monedas en la mesa, y cuando se le acaban, cierra la puerta, jajaja
Besos, paisano.
Hola Elena!! Hermoso!! Los recuerdos en esta época nos tocan la puerta. Se siente nostalgia por los que ya no están, por la infancia que se fue, por haber tenido a toda nuestra familia reunida. Tus relatos siempre son muy emotivos amiga.
ResponderEliminarBesosssss
Mi querida Gabriela, creo que lo mejor que puedo hacer es dejar los recuerdos. Al final os voy a hacer llorar a todos. jajaja...
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Un besote.
Hola Elena que suerte tienes de guardar tan lindos recuerdos.Yo carecí de todo el amor de mi familia porque la guerra me arrancó de mis raices antes de nacer. Ni abuelos , ni tios, ni primos. Solo mi hermana yel amor de mis padres lo suplieron todo. Asi que hoy me he sentado junto a tu chimenea y he pensado en las cálidas Navidaes de la tierra que me acogió.
ResponderEliminarBesos amiga. Lo peor de estas fechas es que se echan de menos a los que ya no están. Pero confio como dice Felix que desde algún sitio me harán compañía.
Besos amiga
Qué triste lo que me cuentas Katy.
ResponderEliminarCreo que estas fiestas son importantes, además de por el significado religioso que tienen, por ser una escusa perfecta para las reuniones familiares. Y es evidente que si faltan algunos de nuestros familiares, se nos hacen más tristes.
De todas formas, nada conseguimos dejándonos en manos de la tristeza, piensa en tus hijos y en tus nietos. Ellos te recordarán en sus futuras Navidades.
Un beso.
Ays Elenita, que tus recuerdos navideños sacan los mios a pasear... aquellas fiestas en el bloque de la tita Maricarmen, ya no digo en su casa, su bloque entero era una fiesta de puertas abiertas que desdibujaban los límites entre una vivienda y otra.
ResponderEliminarAys Elenita, que sin pretenderlo has esbozado mi próximo post.
Un besazo, cuñada.
Será que te quiero, Elena, tu blog es el único al que hasta el momento he contestado. Vuelve a leer, por favor; reclamo memoria histórica para todos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tenia la misma duda que Tellagorri y las nueces, pero ya me sacaste de ella. Durante muchos años me aburrieron las Navidades; sobretodo cuando fui haciéndome adulto. Las primeras sin mi abuela materna quizás fueran las peores de todas; hoy en día estoy volviendo a disfrutar un poco de ellas, gracias a mis hijos y a mis dos sobrinos. Verlos allí en medio durante los preparativos me hace recordar cuando eramos mis hermanos y yo con mis padres y mi abuela preparando la cena.
ResponderEliminarQue bonito recuerdo Elena, y prometo probar las nueces fritas estas Navidades si tengo ocasión. ¡¡¡Si no me gustan preparare una reclamación por escrito!!!
Un biquiño, guapetona
A la espera quedo. Ana, cuéntanos esos recuerdos. Entre todos acabaremos en los años setenta, jajaja...
ResponderEliminar¿Sabes? nuestros hijos, sin duda guardarán un bonito recuerdo de las Nochesviejas.
Besos.
Será, será José Alfonso.
ResponderEliminarYo a ti también.
Un beso.
Javier, si las chumascas, ni se te ocurra pedir el libro de reclamaciones,jajajaj... Sólo las tuestas como las almendras, si te pasas y las dejas negras, sabrán un poco amargas.
ResponderEliminarCuando hay niños, se vive la Navidad con más ilusión. Fíjate, mis hijos siempre me ayudaron a montar el Belén y el árbol, pues este año me lo he cargado yo todo mientras ellos andaban con el ordenador. Es que ya van "pa viejos" jajaja..., 15 y 12 años.
Un bico, resalao.
Algun recuerdo tengo yo de esas nueces fritas en el piso de la tita Frasquita María con la Abuela y todos allí
ResponderEliminarNosotros ( Julio y Yo), llegábamos después de pedir nuestro aguinaldo por las calles de Carteya y si que nos currábamos los villancicos.
Luego a la tienda y a abrir regalos que eran chulísimos y ustedes los "mayores" os ibáis a la
calle a dar una vuelta
Un besote reasala
Lo que nos queda, es un niño perdiéndose en las sombras,
ResponderEliminarque moviera su mano lo mismo que una garra
-la vida- contra todos los siglos de la noche.
Un abrazo navideño, Elena.
Luis.
Pues como siempre, una exquisitez leerte, amiga Elena, un encanto, un amor..., un placer trasladarme al pasado, a mí niñez, a aquellos maravillosos días reunida con toda la famila..., aaayyyyyyyy... Gracias!!!.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Antonio Jesús, como llegaste el último, te perdiste las Navidades en la huerta. Alguna ventaja tenemos que tener los mayores ¿no? jajaja...
ResponderEliminarUn besote salao.
Luís, hermosas tus palabras aun tratándose de un comentario.
ResponderEliminarGracias por traerlas a este humilde callejón.
Un beso para ti.
Lola, si este post ha servido para traerte buenos recuerdos, bien venido sea.
ResponderEliminarSé que echas mucho de menos a tu abuelo, y especialmente en estas fechas, pero tenemos que procurar unas bonitas fiestas por nuestros hijos.
Un beso. Nos veremos un día de éstos.
Tenía prisa. Nada más comprobar tu comentario en mi sitio, llegué al tuyo y, sin leerte, dejé por aquí mi beso.
ResponderEliminarHoy te leo, ya descansado.
Tus palabras me devuelven a pasajes de antaño; días felices que hace muchísimo tiempo que no se repiten en mi alrededor. Hoy vivo una navidad vacía que añoro, no ya por lo que significa, sino por lo que rodeaba todo aquello, hoy desaparecido.
Pero prometo montarle el belén a Adrián y comprarle una pandereta.
_______
Un beso.
José Alfonso, es lo que tienen estas fechas, con el paso de los años vamos perdiendo ilusiones, aquéllas de los niños.
ResponderEliminarQué menos que comprarle la pandereta a Adrián, él es un niño y no tiene por que sufrir nuestro desánimo.
Besos achuchaos.
Nos muestras una bonita y entrañable Navidad y me gusta. Me gusta tu entrada y me gusta la Navidad, la voy reivindicando por todos los blogs, porque cada vez tiene menos adeptos. Los recuerdos mios son como los tuyos y se los he tramsitido a mi hija y me gustaria que tambien mis nietos, si los hay, disfruten de ellos. En nuestras manos está el que no se pierdan y tú lo haces magistral como siempre.
ResponderEliminarUn besazo y feliz navidad
Mª José, tú siempre tan amable conmigo.
ResponderEliminarLlevas razón, con la edad se van perdiendo las ilusiones de la niñez, pero en nuestras manos está que nuestros hijos recuerden estas fiestas con la misma emoción que nosotros.
Gracias por tu visita.
Un besazo.
Hooola Elena, acabo de aterrizar en tu blog desde la entreñable Maria José Moreno, y ha merecido la pena.
ResponderEliminarMe has devuelto aquel perfume en cada detalle, lo perdimos ¿no del todo? Lo guardamos en el corazón y lo compartimos con los hijos, ahora ellos deciden como serán sus navidades, la ilusión pervivirá, seguro, y la nostalgia por los que se han ido.
Bsito desde el Quinto pino andorrano.
Bienvenida Natalia. Los portales del callejón estarán siempre abiertos para ti.
ResponderEliminarEspero que aquel perfume no se haya evaporado del todo. Son nuestros recuerdos, parte de lo que fuimos, y no podemos dejar que se diluyan en el tiempo.
Besitos desde este rinconcito andaluz.
Tambien recuerdo con nostagica las nochebuenas de mi familia, la preparacion que dias antes hacia mi madre, amasaba pan ella, hacia los dulces, mis favoritos sus mantecados, pestiños, que estaba prohibido comer hasta ese dia, bueno alguno se escapaba, sacaba la matanza, la longaniza, las morcillas,el jamon las uvas, que colgaban en la cocina, aquel caldo que todavia lo puedo oler, su cocido ( en serio era unico) y despues la preparacion de la gran mesa, la alegria de mis padres teniendo a todos sus hijos, abuelos en la mesa, jamas se me podra olvidar.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
con cariño
Mari
Mari, qué bonito y emotivo lo que cuentas.
ResponderEliminarTenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano por no perder estas tradiciones, al fin y al cabo son nuestras raíces.
Besos para ti.
Elena, ¿Quién se ateverá a quitarte el recuerdo de aquellos días, en compañia de esos seres que ya no están? ¡NADIE! Esa es la grandeza del ser humano. Somos nosotros y nuestros recuerdos y por eso, jamás estaremos solos.
ResponderEliminaray !!..aquellos maravillosos años !!...mis navidades tampoco son lo que eran, ahora son dias donde se echa doblemente de menos a las personas que ya no estan...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Fernando, los recuerdos son parte de nosotros, nadie nos los puede quitar como bien dices.
ResponderEliminarAunque ahora también disfruto de estas fechas, sé que lo hago de distinta forma que en aquellos años pasados.
Un beso.
María, todo ha cambiado, nosotros también, y aunque echemos de menos a los que ya no están, hemos de hacer lo posible por mantener la ilusión en los que nos rodean.
ResponderEliminarUn beso.
Una frase muy buena y muy apropiada para estas fechas en las que nos invaden los recuerdos.
ResponderEliminarDeberíamos tomarla como un aviso de que hay que disfrutar del presente, no sea que en el futuro nos arrepintamos de no haber descubierto esa felicidad.
Un beso.
Amiga Elena, que tiernos recuerdos de infancia los que nos regalas. Nueces fritas...has desertado mi curiosidad.
ResponderEliminarFelices fiestas querida.
Mil besitos!!!
Como siempre me he quedado emboba leyéndote, hija no se que tienes, que escribes muy bien, que lo dices todo con tanto cariño y con los detalles justo para que me sienta metida de lleno, allí mismo contigo a tu laito, no digas que nos vas a privar de estos relatos, ni pensarlo, ni nos cansamos ni nos aburres, todo lo contrario nos haces revivir y recordar tiempo que ya por lo menos yo ni me acuerdo de ellos, y ahora me paro a pensar y trato de recordarlos y es gracia a ti y tus relatos. Un gran besito de colorines como dice José Alfonso (en mi blog)
ResponderEliminarTawaki, gracias a ti por tu visita, que viniendo de ti con tanto viaje...
ResponderEliminarPues sí, tienes razón, disfrutemos el presente, al fin y al cabo es lo único que tenemos.
Besos.
Silvia, gracias por tu visita.
ResponderEliminarLas nueces fritas es un plato que comíamos en Navidad, son nueces tostadas en un poco de aceite de oliva. Pruébalas y me cuentas.
Un besote.
Cordobesa, eres muy amable conmigo, ya creía yo que estábais de mis recuerdos un poco "jartos", jajaja..
ResponderEliminarBueno, a ver si me inspiro y escribo aunque sea de Obama, jajajaja...
Besos, guapetona.
No..., de Obama noooo, Elena!!!!!. Prohibido hablar de política en éste blog que, aunque no sea mío, ahora lo hago mío y me atrevo a decir "NO A LA POLÍTICA".
ResponderEliminarDiossssss..., no me "emponzones" el blog!!!!.
Ya nos veremos...
Un besito.
Jajaja..., ay Lola, qué gracia tienes.
ResponderEliminarNo te preocupes, algo saldrá de esta cabezota que no sea política, para eso hay otros sitios ¿verdad? jajaja...
Un beso.
Cuantas tardes de verano vividas y disfrutadas en la huerta, cuantas carreras por los cerros cargados de olivos, jugando a pistoleros e indios con mi primo Antonio Jesus y el resto de familiares y amigos...porque en la huerta siempre habia amigos de todo el mundo...Recuerdos que mientras permanezcan presentes en nuestra memoria permaneceran presentes en nuestros corazones. Un saludo de tu primo desde este frio pero siempre acogedor Madrid
ResponderEliminar...Y cuántas tardes de toros toreados con una toalla, ¿recuerdas? Lo que me reía viéndote torear, tan delgadito, en bañador y toreando en la alberca toalla en mano.
ResponderEliminarDe verdad que el mérito no es contar estos recuerdos, lo maravilloso es haberlos vivido.
Un beso para ti y para la familia.
Nueces, pavo y villancicos, y ya tan pequeños, comprendiamos, que todo aquello acabaria, y al final cada uno por su lado. Triste Navidad, querida prima, triste Navidad, así es la vida. Y cada vez mas dura y amarga, con tortazos de realidad que te llegan a la cara, sin poder ni siquiera intentar esquivarlos. Pobre Navidad. Un beso prima.
ResponderEliminarVenga ese ánimo, las cosas no son tan amargas si nos empeñamos en disfrutarlas y hacer que los que nos rodean también las disfrute.
ResponderEliminarNosotros tenemos esos recuerdos maravillosos, pero nuestros hijos tendrán los suyos, y probablemente, también serán hermosos.
Un beso.