Miguel de Unamuno “ Recuerdos de niñez y de mocedad ”
El llanete del pozo era el escenario de dos mundos paralelos.
En uno, mi abuela entraba y salía de la casa, sacaba agua del pozo contoneando su espalda al son de los brazos que parecieran arrancarse por sevillanas, acarreaba un cubo en cada mano y desaparecía bajo el dintel de la puerta para salir al rato a regar las macetas y la enorme enredadera que las cobijaba bajo su sombra.
Después removía con unos palos largos de madera la cal de las tinajas que se apilaban junto al pozo; alguna vez, confieso, me sirvió para decorar a Lucero, el mulo de mi abuelo, echándole pegotes blancos desde lo alto del llanete que le caían en la crin al pobre animal que comía tranquilo su paja en el pesebre de abajo, al lado del laurel, un árbol enorme que llegaba hasta el cielo.
Mi tía Frasquita María se afanaba por blanquear las sábanas en el pilón junto a la higuera, con un trozo de jabón casero hecho con el aceite sobrante de la cocina y una buena ración de sosa, barría el llanete que previamente humedecía vaciando un cubo de agua con la mano, quitaba el polvo al zócalo gris azulado de la casa vaciándole una, dos, tres regaderas… Mi tía no paraba, miraras donde miraras, allí estaba ella multiplicada haciendo algo, como un juguete al que nunca se le acaba la cuerda.
Paralelo a este mundo del laboreo cotidiano, del trajín doméstico, se deslizaba otro apenas en un roce, el de la inocencia, la fantasía, …la imaginación.
Las naranjas de piedra se compraban con billetes de revista, y del mismísimo níspero, el tendero cortaba kilos y kilos de plátanos.
Fuimos testigos de una corrida de toros de la que Manolete se llevó las dos orejas y el rabo saliendo triunfante por la puerta grande a hombros.
Acudimos a un concierto de Los Diablos y a otro de Fórmula V, recuerdo que el vocalista me firmó un autógrafo que perdí con el tiempo.
Fuimos indios y vaqueros, toreros, modelos y fotógrafos, futbolistas y golfistas,… madres, padres, hijos… niños.
Hola Elena, has escrito una novela costumbrista en toda regla, regada con los recuerdos de tu infancia. Bellamente narrada, plática y al leerla eché a volar la imaginación a esos mundos paralelos que tan bien describes.
ResponderEliminarEn otro mundo bastante distante físicamente del tuyo yo también jugué a indios y vaqueros, toreros, modelos y fotógrafos, futbolistas y golfistas,… madres, padres, hijos… niños. Cuando solo existia en mi visión mi propio mundo infantíl.
Eso si lo del pobre burro es imperdonable :-)
Disfruté amiga leyéndote.
Besos
hola Elena. Que bonito los dos mundos que cuentas. Un mundo de mayores y otro de jovenes. Es una dualidad que siempre es agradable recordar y reconocer, pues son etapas por las que tiene que pasar una persona.
ResponderEliminarQue tengas un feliz día mañana...por este día se va acabando poquito a poco y ya no volverá nunca más. un beso Amiga.
Katy, mil gracias por tu comentario, no merezco tanto halago. Me ruborizaste.
ResponderEliminarLo del mulo...a ver...era yo "mu chica"... y...ya ves... No fue la única trastada que hicimos. Un día decidimos jugar en los maizales y los hicimos polvo. No veas la regañina de mi padre...
Un beso y feliz semana.
Paco, en realidad todos, cuando somos niños, vivimos en "otro mundo" que corre paralelo al de los mayores.
ResponderEliminarBesos.
Yo no tuve pueblo...perooooooooo como buen vecino de barrio en expansión tuve "escampao" como los de Cuéntame, pero sin camión abandonado...nosotros teníamos un tractor enorme , jubilado, que cada tarde a las cinco se llenaba de chiquillos que nos montábamos para comernos el bocaillo de pan con chocolate y fantasear...cada tarde, una historia. Y un cortijo con campo de algodón del que me acuerdo cuando paso por el ambulatorio, la cafeteria manolete y los bloques que se han sentado encima.
ResponderEliminarBesicos, cuñá.
Es bonito recordar la niñez.
ResponderEliminarSiempre encontramos calidez en esas imágenes guardades en nuestra mente.
En ellas se funden juegos, travesuras, regaños y besos... ternura de las personas que nos hicieron como somos.
Hasta luego Elena. Un beso achuchao.
Ana, me conozco ese cortijo del que hablas como si yo hubiese estado allí. Ya sabes, mi suegra me ha contado muchísimas historias con todo lujo de detalle.
ResponderEliminarBesosssss.
Adelaida, justo lo dices, encuentro calidez en esas imágenes que palpo como si no estuviesen lejos.
ResponderEliminarOtro beso achuchao para ti.
Hola Elena!! En relato muy buen llevado, me encantó el paralelismo descriptivo. En un relato corto me hiciste viajar a distintos lugares. El poder de síntesis es una virtud en el escritor.
ResponderEliminarBesosssss
Hola Elena!! No sé que pasó, hice un comentario que quizás aparezca diciéndote cuánto me gustó el relato. Después vuelvo para saber que quedó.
ResponderEliminarBesossss
¡Vaya Gabriela! Yo creía que ese poder de síntesis era más bien un defecto en un escritor.
ResponderEliminarTengo la manía de resumir, desde siempre. Lejos de alargar el escrito, tiendo a rebuscar las frases que, siendo cortas, cuenten lo máximo posible.
Gracias por tus palabras generosas.
Besos.
Justo iba a cerrar el ordenador por hoy, cuando me he encontrado con tu preciosa entrada. Me he remontado de mano de tus palabras a la infancia, no de pueblo, como dice AnaLaprofe pero sí de barrio y "escampao". Es más creo que el mismo del de Ana por aquello que dice de la cafetería manolete.
ResponderEliminarAdemás recuerdo cuando mi abuela acarreaba el cubo de latón? con agua para regar las hortensias, los lirios que ahora se llaman calas, las aspidistras...que estaban en el patio. Con una lata y una caña regaba las macetas de gitanillas y genaraneos que colgaban de la pared. Me encantaba ir a su casa y verla es esos menesteres. Cuando llegaba Mayo y teníamos que llevar flores al colegio por aquello del mes de María, me cortaba rosas y me hacia unos bonitos ramos.
Has despertado mi infancia y te lo agradezco. Tenemos mucho que compartir y eso es bueno.
Un beso y feliz semana
Mª José, me alegro de que te vayas a la cama con un bonito recuerdo de tu niñez, de tus visitas a casa de tu abuela.
ResponderEliminarPues creo que sí, que habláis del mismo descampado. Un cortijo que había cerca de donde hoy está la plaza de toros.
Besos, guapetona.
ELENA
ResponderEliminarHas tenido una infancia feliz, con bellos recuerdos familiares, y eso es muy importante para un adulto pues enriquece su vida.
Se nota mucho a las personas que han tenido infancias felices de las que no lo han tenido.
Que la vida te siga dando alegría de existir y disfrutar.
Recuerdos, siempre recuerdos. Son nuetra alma, es lo más importante que tenemos los humanos.
ResponderEliminarSaludos, Elena, y gracias por seguir en tu bello rincón literario.
Beos
Muy feliz, Tellagorri.
ResponderEliminarSiempre que me dicen "si pudieras volver hacia atrás...", siempre digo que para atrás, ni para tomar impulso, pero no me importaría dar un paseo por mi niñez.
Gracias, besos.
Gracias Fernando, por seguir paseándote por este humilde rincón sin pretensiones.
ResponderEliminarBesos.
Qué recuerdos tan bonitos, Elena, y que bien los has hilvanado para nosotros ¡una pieza de altísima costura! Gracias por empezar mi semana con imágenes tan sentidas
ResponderEliminar¡Un beso enormísimo!
Me algro de verte por aquí, Azul.
ResponderEliminarGracias por tu generosidad. Que los piropos vengan de ti me halaga.
Besos achuchaos.
PACO NAVAS: Perdona prima, pero hay que ser rigurosos, "Lucero" era el mi papa, y "Castaño" era el del Abuelo Antonio. De todas formas me parecen que pillaron los dos pobres animales parte de las jugarretas nuestras, y cuando nos veian aparecer se ponian a temblar... Ja, Ja, Ja ..... Un beso prima
ResponderEliminarYa lo sabía Paco, pero Lucero me gustaba más que Castaño, es una licencia literaria que me he tomado. ¡Ya sabía yo que me lo recordarías!
ResponderEliminarUn besote, guapetón.
Elena, paso por primera vez por tu blog y lo que me encuentro es un cortijo...mmmm!
ResponderEliminarCuántos recuerdos, yo tuve y tengo uno y los recuerdos y vivencias de ahora, son diferentes a los de ayer.
No he escrito nada en el blog sobre aquellos tiempos, me has dado tu la idea, puede que lo haga.
Con tu permiso te seguiré
Un abrazo fuerte Rosario
Rosario, bienvenida a este Callejón.
ResponderEliminarBueno, en realidad no hablo de un cortijo, hablo de una huerta, de los días de mi infancia en ella.
Será un honor para mí que me sigas visitando.
Un abrazo.
Recordar los buenos momentos es maravilloso aunque sepamos que evocarlos y recordarlos no nos va a hacer volver a vivirlos de nuevo y, saberlos describir así como los describes tú es de un mérito incalculable, Elena.
ResponderEliminarComo dijo aquel poeta inglés (Wordsworth):
“Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que deslumbra. Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo".
...precioso... Besos!!!.
Besos para ti Lola, por este precioso comentario.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Dejando a un lado los temas tan cálidos que siempre nos traes, me encanta como además los describes. Es una delicia perderme entre tus letras.
ResponderEliminarBesos. Elena. Fuimos, y quiero seguir creyendo que seguimos siendo todo aquello.
Bella canción.
Onminayas, también son una delicia para mí tus comentarios, siempre generosos conmigo.
ResponderEliminarGracias.
Besos.
En mi memoria aún ronda el heladero de las cuatro,
ResponderEliminarla siesta abrazando las lozas frescas,
el mágico silbido del afilador,
mi madre siempre con el delantal puesto,
mi hermana con el cepillo de encalar,
y a mi padre por el camino de las cinco
con el capacho, desafiante a punto de ser requisado.
¡Que alegría el encontrarte!
Recibe un abrazo.
Luis
Pirata, vaquero, mosquetero..., de un palo hacía una escopeta, una espada, o una guitarra. Con un balón era el mejor jugador del mundo, al escondite, al corre que te pillo, calles sin asfaltar, llegar la noche y esconderte con la niña que te gustaba y salir corriendo a continuación, broncas con los vecinos por tantos cristales rotos a balonazos (algunos a propósito lo reconozco), ahora veo a mis hijos con las consolas y pienso lo afortunados que fuimos con nuestra niñez.
ResponderEliminarMulos no, pero ranas, sapos y petardos eran una buena combinación.
Un beso Elena, precioso post como siempre
Entrañables recuerdos que nos acompañarán toda la vida.
ResponderEliminarLuís, gracias por encontrarme.
Un abrazo.
Javier, no sé dónde oí esta frase pero pocas veces escuché una con más razón: "nos preocupamos tanto por dar a nuestros hijos lo que no tuvimos, que nos olvidamos de darles lo que tuvimos".
ResponderEliminarMil besos, salao.
Me gusta tu estilo, tu forma de contar las cosas aparentemente normales. Haces revivir cada momento.
ResponderEliminarSeguire leyendote.
Saludos
Máximo Cano
Máximo, me halagan tus palabras. Gracias.
ResponderEliminarLa verdad es que sólo pretendo contar lo que aún está muy vivo en mi memoria, sin florituras.
Un beso.
! Ay...Elena ¡ que buenos ratos paso leyéndote, cómo sabes narras las cosas que has vivido, es verdad que cuando se es niño se vive de una forma ajena a los mayores, es otro mundo con sus fantasías e ilusiones, lastima que cuando crecemos desaparecen, a veces seria bonito vivir ajenos a todos, llenos de fantasía e ilusión, pero eso es imposible es....ilusión. Un besote.
ResponderEliminarCordobesa, quizás el mundo real, el verdadero, es el que vivimos de niños. Sería bonito imaginar que éste, en el que vivimos ahora, es inventado.
ResponderEliminarUn beso para ti.
Hola Elena, me alegra llegar a tu blog!. Que certera la frase que recoges de H.C. Andersen. Los cuentos, las historias contadas y transmitidas oralmente de generación en generación, han sido pilares fundamentales de muchas sabias culturas. En ellos se entregan claves esenciales para la existencia, forman, dan luces y nos sumergen en los arquetipos universales de la mente colectiva.
ResponderEliminarVaya que es cierto que a tantos adultos y adultas les hace falta abrir la conciencia ante el mundo de los cuentos.
Me encantó tu blog, volveré!
fraternalmente,
Hola Eva, encantada de tu visita y de que te hayas ido con buen sabor de boca.
ResponderEliminarLlevas razón, los cuentos no sólo abren la imaginación de los niños, están llenos de simbología y de verdaderas lecciones de vida.
Un beso y vuelve cuando quieras.
Hola Elena!! Paso para regalarte algo que tengo en mi blog. Espero que te guste, lleva todo mi afecto.
ResponderEliminarBesossss
Hola Elena tengo un mimo muy especial para ti en mi blog. Con total libertad puedes venir a recogerlo si así lo deseas. Lo he recibido con cariño y así te lo hago llegar. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué de recuerdos! Y los olores, no te olvides de ellos. No sé si los de hoy son mejores o peores, pero está claro que son diferentes.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Tawaki, ¡ya apareciste! es que eres "culillo de mal asiento. Me alegro de tu vuelta.
ResponderEliminar...Los olores..., no me olvido, de hecho el olfato es uno de mis sentidos más importante.
Un beso.