“Todos los objetos que hablaban se quedan mudos y sin sentido, es como si les cayera un manto que los aquieta y acalla haciéndoles creer que la noche ha llegado, o como si también ellos lamentaran la pérdida de su dueño.”
Javier Marías “Los enamoramientos”
Al cerrar la puerta noté el filo de la desolación abriendo en dos mitades mi corazón para siempre y supe que ya nada volvería a ser igual, ni al otro lado de la puerta ni en el centro de mi pecho. Se acababa de levantar un muro entre un mundo conocido que se diluía poco a poco como el humo de una vela recién apagada y que jamás volvería a alargar la sombra de los objetos sobre las paredes de la casa, y una vida vestida de normalidad, aunque en mi pecho se desataba una tempestad que nunca parecía amainar; me llovían esquirlas de las aurículas, a veces disfrazadas de sonrisas.
Pensé dar tiempo al tiempo creyendo que sería capaz de regresar sin que el aire añejo desollara la piel de mis manos, pero el tiempo no cura nada, sólo es tiempo, una secuencia de minutos alrededor de una esfera que no sabe de heridas ni entiende de emociones. Es la vida la que atenúa y suaviza este punzante dolor, esta constante sensación de incertidumbre, este me falta, este lazo alrededor de la garganta, este peso sobre los hombros que oprime mis ganas, este nudo en la boca del estómago que pugna por salir escupido de entre los dientes sobre el asfalto sin acierto, este insistente recuerdo martilleando cada rincón de la memoria, lanzando una y otra vez sus dardos al centro de la diana de mis sienes. Este miedo a la ausencia que te carcome las entrañas.
Pero sabía que llegaría el día, alargarlo sólo sería demorar el reencuentro con un nuevo mundo que me ofrecían las paredes de siempre, ésas en las que aún se adivina el contorno de tu figura frágil y quebradiza, ésas que guardan el recuerdo de todos los ecos antiguos, de las risas y de los llantos, de las quejas, los gritos y las carcajadas de los chiquillos, de la vida que pasa y se siente.
La vida te enseña a vivirla ella misma, a golpe de emoción compartida por los miembros de una familia en las entrañas de una casa, y ésta está llena de esas ráfagas emocionales aparentemente invisibles, pero que yo siento como un escalofrío escalando desde los tobillos hasta mi ombligo cada vez que mis pasos se posan en la fina capa de hielo de las baldosas de una habitación cualquiera.
Ahí está, aún puedo olerlo, el aroma de la colonia fresca después de la ducha, las toallas limpias y el jabón de siempre, las sábanas recién planchadas en los cajones de la cómoda del pasillo, y el olor de los pucheros en la cocina. Un mundo de olores que creaste y que se disipa lentamente, como tu presencia, como un puñado de arena de entre mis dedos impotentes.
Ahora queda un nuevo ritmo campando a sus anchas por el espacio que no ocupa nadie, un ritmo grueso, y denso, y lento, y espeso, impregnándolo todo y al que no sé si seré capaz de adaptarme alguna vez. Porque me hice a tus tiempos, a tus sonidos, y no reconozco esta casa sumida en el silencio más atronador, me resulta extraña sin ti y sin tus cosas rozando los bordes de mis fronteras. Esta casa fue por ti de la misma manera que yo soy porque tú fuiste, y seré otra porque tú ya no estás.
Tu voz quedó como un eco atrapado entre las capas de pintura de cada cuarto, a la espera de que alguien abra una ventana por la que escapar. O tan sólo sea suficiente un grito, respirar profundo y soplar con todas las fuerzas hasta conseguir arrastrar las cenizas bien lejos, donde ya no me alcancen, donde ya no hagan daño.
Hay tantas cosas que han cambiado, miradas que dejaron de existir, tactos que ya no compensan la frialdad de mis manos, muebles vacíos, ventanas cerradas, plantas que secaron sus hojas. Cosas que tuvieron su razón de ser en un mundo que un día de otoño desapareció por entre los resquicios de la única dimensión que conozco. Hoy la naturaleza es amable, suave, insufla tranquilidad ahí afuera, pero la primavera no acaba de llegar aquí adentro.
Ando dándole vueltas a las fotografías que empapelan las paredes de mi alma como si de pequeñas baldosas se tratase, retazos de los momentos felices, pinceladas que dan los días en las cosas cotidianas. Toda una vida en papel para recordarme el largo viaje compartido con la persona que fue la más importante de mi vida, la razón y el por qué de mi existencia, alguien que se preocupó y ocupó su tiempo en mis cosas. Me detengo en una imagen especial, no miras a la cámara, tus ojos parecen perdidos en el infinito, se tornan transparentes en un último intento para que podamos verte desde lo más hondo y así entenderlo todo mejor. Entenderte desde los ojos.
Volver a recorrer los rincones ocultos, abrir viejos cajones, tocar tus huellas en las que fueron tus cosas, desandar el camino breve de tus pasos por los pasillos, intuirte más allá de la lógica y la realidad, hace que hoy todo se sienta demasiado, se desborda, se hace gigantesco e inalcanzable para un corazón que intenta recomponerse sin éxito.
Sí, ya sé que es la vida la que nos enseña a suavizarlo todo, incluso el crujido de la llave al girar sobre la cerradura de la puerta de la casa se me hará sutil, delgado, y un día dejaré de sentir que algo se rompe en mis oídos al traspasar el umbral.
He aprendido que hasta en los lugares más oscuros hay alguna rendija por la que es posible que un rayo de luz se cuele y se derrame sobre las cosas, bañándolas en una pátina dorada. Que sólo se trata de dar vida al tiempo, y tiempo a la vida, de seguir cabalgando en la misma dirección de los días, no bajarse jamás del tren de alta velocidad en el que andamos subidos. Retomar el camino tras la tregua y luchar por lo que aún tenemos y merece la pena vivir.
Hay gente que pasa por este mundo sin que nadie las vea, sin embargo tú estás presente a pesar de que ya no existes sobre la tierra, estás en el centro de mis sueños, atesoro tu recuerdo en la memoria de las yemas de mis dedos, nos acompañas en silencio, y hasta traerás de la mano una primavera escalando las tapias de tu patio.
Nota: El texto ganó el primer premio del VII Certamen Literario de la Fundación Francisco García Amo de Nueva Carteya, y a ella pertenecen todos los derechos.
Hola Elena, cuanta nostalgia prendida en las letras de tu triste relato. Quizás de a poco empiecen a entrar luces por las rendijas de las puertas semi abiertas, y el dolor deje de serlo para transformarse en dulce recuerdo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Las heridas se van curando, no cabe otra si se quiere vivir.
EliminarEl relato hace meses que lo escribí para presentarlo al certamen literario al que hago mención.
Un abrazo Roberto.
Un texto precioso, palabras que describen mis miradas furtivas a los espejos donde busco sombras de antaño.
ResponderEliminarLa vida es lo que ocurre en el trascurso del día y a veces se alarga en las sombras nocturnas, la ausencia es lo que nos queda de la vida.
Saltos y brincos
Gracias Ester.
EliminarMe quedo con tu frase "la ausencia es lo que nos queda de la vida."
Un abrazo.
Que nostálgico. Ha ciertas fechas que parecen marcadas para que afloren sentimientos de tristeza y nostalgia. Nada malo hay en ello, nos hace humanos, seres más que con sensaciones, con emociones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sensaciones, emociones... todas ellas vestidas de una gran tristeza.
EliminarUn abrazo DLT.
Felicidades por el premio, estaba esperando este texto. Maravilloso porque tu pluma recoge y expresa lo que nace desde lo más profundo de tu corazón, de tus sentimientos y vivencias.
ResponderEliminarLo he releído un par de veces y me que quedado con una copia no solo física sino mental.
“Esta casa fue por ti de la misma manera que yo soy porque tú fuiste, y seré otra porque tú ya no estás
No bajarse jamás del tren de alta velocidad en el que andamos subidos. Retomar el camino tras la tregua y luchar por lo que aún tenemos y merece la pena vivir”
Esta es la vida que nos ha sido dada aquí, aunque nuestro deseo es ver más allá de las rendijas.
Siento haberme extendido.
Bss
No sientas extenderte en tu comentario, a mí me gusta leerte.
EliminarGracias Katy, retomar el camino es lo que debemos hacer, lo que hago, o al menos lo intento poniendo todo mi empeño en ello.
Un beso.
Se me puso un nudo en la garganta leyendo tu triste relato. Y es que te entiendo! Me hiciste sentir sensaciones vividas hace muchos años. Aunque pase el tiempo los recuerdos vividos siempre los tendrás presente al traspasar el umbral de la puerta.
ResponderEliminarNo me extraña que ganase el primer premio Enhorabuena!
Un beso Elena.
Siento haberte traído esos tristes recuerdos, sólo he contado lo que siento.
EliminarGracias Rafaela, estoy muy orgullosa por el premio, todos lo merecían.
Un beso.
No me extraña nada que ganases ese premio. Que maravillosa afloración de sentimientos desgranados y expuestos con las palabras justas, idóneas, emotivas... Una obra maestra, Elena.
ResponderEliminarEnhorabuenta desde mi mejana
Muchas gracias Felipe, mi mértito ha sido solamente decir lo que siento, tal y como lo siento, nada más.
EliminarUn abrazo Felipe.
Oh, Elena... como lo expresas... mientras caen esas lágrimas que liberan y oprimen, me haces sentir escalofríos de pena y, a la vez, de puro placer. Gracias de corazón, por la lectura tan exquisita que nos has regalado, por tanto sentimiento compartido... Nadie como tú, para expresarlo.
ResponderEliminarEse dolor, las dos lo sabemos, nunca desaparecerá, tan sólo, un día, nos habremos acostumbrado tanto a él, que ya no importará...
Eres una maravilla de persona y de escritora.
Un besazo enorme, enorme, enorme.
Siento de verdad la pena causada, el recuerdo del dolor..., pero te agradezco el halago, eres muy generosa conmigo, yo, que como le digo a Felipe, sólo me he limitado a transcribir lo que siento al pasar el umbral de esa casa.
EliminarUn besazo enorme para ti, amiga.
Quien sabe amar, no aprende a olvidar.
ResponderEliminarSolo el poder del omnipotente tiempo, podra ir apasiguando y mitigando tus sentires. De la manera mas sutil iras caminando hasta encontrar la calma y un dia podras ver nacer a la esperanza con todo su esplendor iluminando a las sombras que hoy te acompañan.
Yo como siempre, debo reiterarte mi admiracion por la calidad que tienes al poder plasmasen letras a la voz de tu alma. pocos nos gastamos ese talento y esa fibra.
A la distancia y desde donde este; siempre que lo desees; cuenta conmigo para lo que haga falta.
Es la amistad, la humanidad, la lealtad y todo lo bueno que puedan ofrecerte quienes te rodean, la llave que abrira la puerta de un nuevo dia.
Un abrazo Elena.
No puedo más que darte las gracias por tu ofrecimiento, tranquiliza saber que se tiene un hombro sobre el que llorar y una mano que apretar aunque sea de forma virtual.
EliminarGracias por todo.
Un abrazo pluma.
Lo primero enhorabuena por ese merecido premio.
ResponderEliminarEsos sentimientos los hemos tenido muchos de nosotros la diferencia está, en que tú sabes expresarlos como nadie.
Te he leido varias veces y simepre me salgo me salgo sin comentarte por la emoción que siento al leerlo.
Es, verdad que sólo se trata de dar vida al tiempo, y tiempo a la vida, pero se necesita mucho tiempo.
Un fuerte abrazo.
Gracias por la felicitación, y gracias por entender lo que trato de expresar.
EliminarDemos tiempo a la vida pues.
Un abrazo para ti Chelo.
Pero que bien escribes...y que triste es leerlo para todos los que hemos entrado tantas veces por esa puerta, atravesado el patio, subido las escaleras,...(Te lo dije una vez y te lo repito ahora: escribiendo asi no hay premio que se te resista...FELICIDADES).
ResponderEliminar¡Qué sorpresa Julio, no te esperaba!
EliminarSí, sé que es un texto muy triste, no podía ser de otra manera tratando el tema que trata, pero ya hace muchos meses que lo escribí, el dolor, que no se va, se va atenuando, no queda otra que seguir viviendo.
No sabes cómo agradezco tus palabras, un poco exageradas pero se agradecen.
Un beso Julio.
¡¡¡Felicidades!!! Es un texto tan precioso. Muchas veces me pregunto por qué los humanos sabemos expresar mejor la tristeza que la alegría. No me extraña que ganaras el primer premio Elena, es como para enmarcarlo y tenerlo siempre delante para leerlo una y otra vez. Yo me lo guardo en mis favoritos para poder reelerlo siempre que quiera.
ResponderEliminarUn beso y un fuerte y calido abrazo
Gracias Nerim. Supongo que a la hora de expresar sentimientos en un texto pasa como en las canciones, las de desamor so las mejores.
EliminarEs un honor para mí que el texto te lo guardes.
Un beso.
El dolor tiene un algo que hace que los sentimientos más tristes afloren y hasta sean bellos.
ResponderEliminarClaro que para eso también es necesario tener un don, el que tú tienes, para saber plasmarlo en letras, hacer una obra de arte, un difícil encaje de bolillos entre lo que tu corazón expulsa, escupe, y el marco en el que se expone...
La vida necesita tiempo, es verdad, y a veces pienso que no hay tiempo, que la vida es tan corta, que esas heridas van a quedar cerradas en falso...
Te han premiado más que merecidamente. ¡FELICIDADES!
La vida sigue.
Un beso y un abrazo enormes!
;)
Ni se te ocurra dejar de escribir nunca!
Gracias Edurne, aunque no sé si el mérito es mío, sólo he transmitido lo que siento, ni más ni menos que lo que siento, y me halaga que te haya gustado.
Eliminar¡Uy! parece que me hayas leído el pensamiento, más de una vez he pensado dejar esto. Por ahora aquí sigo.
Un beso.
¡Plas, plas, plas...! No creo que jamás haya leído una "ausencia" tan bella. Querida Elena, eres una maga de las letras. De veras, impresionada me voy.
ResponderEliminarMe alegra mucho volver a esta casa, de la que tanto me llevo y aprendo. Gracias.
Un abrazo.
Cómo me gusta verte por aquí Mercedes, estás tan perdida.
Eliminar¿Por dónde andas? espero que esta larga ausencia tenga sus frutos y nos regales una hermosa novela, de lo que no tengo ninguna duda.
Gracias por tu visita y por tu comentario.
Un enorme beso Mercedes.
Hermoso homenaje, Elena. Hay personas que nos dejan una huella imborrable y no es que se resistan a desaparecer sino que nosotros no queremos que desaparezcan. Yo también lo he vivido. Un abrazo, y enhorabuena, no solo por el premio sino por lo escrito
ResponderEliminarBueno, en realidad no se trata de un homenaje sino de un intento por describir una sensación, la que siento cuando estoy en la que fue su casa.
EliminarUn abrazo Juan.
Aunque se envuelvan en un sentimiento de nostalgia.Esos recuerdos que son el alimento que nos queda de alguien que ya no esta fisicamente pero...siempre esta en el recuerdo hasta que se nos borre por el paso de los años.Los olores,sonidos,ect.
ResponderEliminarPrecioso relato...Se me hace tan cercano.
Un abrazo Elena.
Creo que el tiempo atenúa pero nunca borra del todo.
EliminarGracias por tu comentario Bertha.
Un abrazo.
El tiempo, en efecto, no cura, sólo nos va anestesiando lentamente. Es una lucha continua contra el olvido.
ResponderEliminarEl olvido no es justo, y el tiempo sólo debe atenuar el dolor.
EliminarUn abrazo Tawaki.
La vida cura
ResponderEliminarLa vida nace
La vida mata
La vida enaltece
La vida ríe
La vida gime y llora
La vida es amor
La vida no sabe de odios
La vida es reloj que solo tiene una parada definitiva
La vida es éter anestésico. Paz y auroras. Furia y mar en calma.
La vida sabe ser cuando es.
Saludos. (Acabo de conocerte)
Soy PiliMPilar
Hola PiliMPilar, bienvenida.
EliminarSí, la vida es todo eso que citas, y es vida porque se siente.
Un abrazo.
Solo personas extraordinarias (como tú), son capaces de amar de una forma también extraordinaria. Por ello, existen corazones que siguen latiendo en el pecho de quien los amó aunque su materia ya no exista. Sentimientos superiores que vencen al tiempo y desafían el entendimiento. Por eso es que amores como el tuyo se hicieron gigantes hasta volverse infinitos. Y es que tu alma es tan inmensa como el amor que profesas.
ResponderEliminar¡Saludos!
Hola Juan Carlos, cómo me hubiera gustado rematar tu comentario con un "AMÉN", pero me temo que me sobrevaloras. Creo que soy tan normal que ni siquiera amando sobresalgo del resto de los mortales. Sea como fuere se agradecen tus halagos, tu visita y tus palabras.
EliminarUn fuerte abrazo.
Es cierto que el paso del tiempo nada cura, solo nosotros podemos guardar las tristezas y sacarlas a la luz cuando necesitemos de ellas.
ResponderEliminarEscribes como los angeles Elena!!
Te dejo un gran beso y se feliz!
Bueno, no creo que necesitemos sacar las tristezas a la luz, más bien necesitamos desahogarnos.
EliminarGracias Gilberto.
Un abrazo.