Francisco Umbral “Las ninfas”
Echar la vista atrás y darte cuenta de que pasó media vida, quizá la mejor de las mitades, quién sabe. Que todo haya pasado tan deprisa me parece ahora algo relativo, y tengo la certeza de que no podía ser de otra manera, imposible bajarse del tren de alta velocidad en que nos subimos al nacer. Porque no es el tiempo el que acelera o frena, el tiempo siempre se rige por sus mismas reglas y limitaciones, somos nosotros los que vivimos a distintas velocidades, con la lentitud pegajosa de los niños, la prisa loca de los adolescentes o la carrera final, desbocada a pesar de la torpeza, hacia la meta de los viejos.
Alguna vez pensé dejar de usar reloj creyendo que así el tiempo ralentizaría su carrera loca y adoptaría el ritmo lento y pausado de los tiovivos. Que podría degustar los minutos por separado, atrapándolos con todos los sentidos, tocarlos, charlar con ellos y recordarlo después, verlos arrastrarse, uno tras otro, en el giro invisible de la estela de las agujas, oír el tris quebradizo al chocar en la caída contra su esfera de cristal, y palpar con las yemas de los dedos la alfombra usada, el tapiz deshilachado de tiempo vivido.
Pero siempre quedan relojes colgados de todas las paredes dispuestos a despertarte de tu vida soñada a cámara lenta, y espejos que sólo congelan los minutos de las casas deshabitadas. Y yo hace tiempo decidí habitar la piel que me viste en cada momento, vivir la vida, sin pensar en los relojes.
Hola Elena, sabia decisión. El tiempo pasa con relojes o sin ellos. Lo importante es emplearlo bien. Y como dices, saborear cada momento según viene. Como siempre tendré que volver a leer el texto, porque me encanta como escribes.
ResponderEliminar¿Te lo dije alguna vez?
Bss
Hola Elena!! Me encantó amiga. Que lindo escribes. Creo que la decisión de vivir la vida y no tener en cuenta los relojes es la mejor forma de vivir.
ResponderEliminarUn beso enorme
Ay Katy, acabas de llegar y ya te estoy dando trabajo.
ResponderEliminarSí, me lo dices pero no me aburro de escuchártelo, jajajajaja..., es broma, si lo dices es porque lo sientes, y eso me satisface no sabes cómo.
Un beso.
Gracias Gabi.
ResponderEliminarOjalá no existieran los relojes, aunque el tiempo es imposible borrarlo de un plumazo. Sin él no hay vida que vivir.
Un beso.
Sabia decisión, muy sabia, amiga Elena, el que no se ha dado cuenta de que el pasado pasó y el futuro es un sueño, no puede olvidar el tiempo y vivir el instante. ¿No te ha pasado nunca que has estado tan, tan feliz que desearas que ese momento fuese el único? Si todo estaba BIEN en ese instante, ¿por qué no se para el puñetero tiempo?
ResponderEliminarTe leo mientras escucho esta hermosa canción y... ¡qué momento más agradable me has regalado? ¡Gracias!
Por favor, pásame de nuevo el enlace de esta música.
Un fuerte abrazo.
Como siempre sabes sacarle el jugo a los pensamientos en tus palabras.
ResponderEliminarUn beso.
No nos queda otra Mercedes, sólo tenemos el presente y aceptarlo como viene es una sabia decisión. Si pudiéramos parar los relojes...
ResponderEliminarMe alegra que te guste la música, se trata de Rachael Yamagata, tengo tres canciones seguidas en el ipod del blog, la primera se llama "Horizon", la segunda "Elephants" y la tercera "Parade".
Un beso.
Sonrisa, a veces no creas que me resulta tarea fácil.
ResponderEliminarGracias y muchos besos.
Lo que describes es la esencia misma del Universo, el viajar sin sentirlo en dirección a la decrepitud. A la suma decadencia. Y es complicado y simple a la vez.
ResponderEliminarNo obstante, ninguna edad es la buena o la mala porque todas nos gustan a pesar de que añoremos mucho tiempos pasados por simple ver llegar a los más jóvenes.
Te garantizo, por ancianidad ( estoy a punto de llegar a los 103 años), que a todas las edades, sea a los 48 o a los 68, no se deja de vivir con plenitud si las células cerebrales funcionan. Lo que se modifica constantemente es la perspectiva con que observas el entorno.
Pienso que tenemos casi siempre a lo largo de los años las mismas ganas de disfrutar de la vida y más cuando comienzan a fallar los engranajes (dolores de espalda o de hígado o de cervicales) y lo único temible y presente es el terror a perder la capacidad intelectual. Lo demás es secundario.
Voy a bajármela al móvil. Gracias.
ResponderEliminarJavier, lo describes tal y como yo lo pienso. Cualquier edad nos proporciona satisfacciones, en todo momento mantenemos las ilusiones, se tengan 20, 50 o 70 años, es cuestión de cabeza.
ResponderEliminarMe alegra saber que tú, a pesar de tus casi 103 años, lo sigas viviendo así.
Un abrazo.
elena, adoré la poesía de tu prosa y que te hayas detenido en este tema: la eternidad, lo efímero, el tiempo.
ResponderEliminarSin embargo creo que un ayer puede ser muy hoy y este hoy, lejano.
la intensidad de los sentimientos no tiene que ver con una duración en el tiempo...
te seguiré leyendo hacia atrás.
Los relojes ayudan a mirar al tiempo a los ojos, los ojos que son siempre, y en todo, espejos del alma.
ResponderEliminarUn abrazo Elena
"Tempus fugit", Elena. Tienes magia en tu forma de decir, además de que abordas temas selectos que siempre dejan un regusto azucarado. Besos.
ResponderEliminarElena, buenos días, lo primero que leo tomándome una taza de café es tu texto que como siempre e igual que nuestra amiga Katy tengo que leerlo otra vez para que así se quede mejor en mi mente.
ResponderEliminarTienes muchísima razón conque el tiempo pasa de la forma en que tú lo has descrito. Primero lento en nuestra niñez, luego un poco loco en nuestra juventud y al final, cuando no queremos que corra, parece que está haciendo los 100 metros obstáculos, los cuales hasta no tiene impedimentos para saltarlos.
Yo voy a cumplir dentro de poco 62 y no te quiero agobiar, pero esta última década tengo que pensar si de verdad la he vivido, porque no me he dado cuenta, a pesar de que ha estado llena de épocas muy buenas y época muy malas.
Vivo el día a día ,el pasado quedó atrás y el futuro ¿Quien sabe? VIVO EL PRESENTE.
Perdona mi largo comentario Elena pero como lo he sentido te lo he dicho.
Un beso muy fuerte para ti mi querida amiga
Rochitas, tienes razón, pero en el post no me centro en los sentimientos sino en la relatividad del ritmo del tiempo.
ResponderEliminarSerá un honor que te des un paseo por el callejón.
Un abrazo.
Juan, los relojes sólo son un instrumento para medir de forma científica algo que no lo es, nuestra percepción del tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Francisco, mi reto es dejar un regusto azucarado aun cuando los temas se presten a la amargura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Teresa, no voy a perdonarte nada porque no tengo nada que perdonar, muy al contrario, te estoy muy agradecida por tus comentarios y por el tiempo que empleas en esta casa.
ResponderEliminarSeguramente, cuando pasen algunos años, recordarás con cariño y añoranza la década que dices no haber vivido con intensidad. Siempre sucede así. Decimos que vivimos el presente pero a veces lo dejamos escapar.
Un fuerte abrazo amiga.
qué bueno que le quedo alguno de los mensajes.
ResponderEliminares relativo por supuesto, aunque los almanaques y el cuerpo a veces digan lo contrario. Un instante efímero pudo quedar perpetuado de tal modo que aún hoy permanece más presente que el presente mismo. Y por lo que respecta a los sentires, así, a modo metonímico me llevó hacia allí. Una historia de dos días pudo haber tenido en intensidad la duración de una vida. Con lo cuál su medida en el tiempo pasa a ser relativa.
Estoy leyendo un libro sobre el espejo, ese instrumento ante el que es difícil sentirse cómodo cuando uno se mira de frente. Cuenta el autor de este libro, que se debe a que la imagen que contemplamos, siendo la nuestra, no es igual a como somos, que si guiñamos el ojo derecho, nuestro otro yo, como queriendo engañarnos, cierra el izquierdo. También dice que esa sensación se comprobó clínicamente que desaparecía cuando se usaba un espejo corrector, aquel que formando un determinado angulo nos devuelve nuestra auténtica imagen. No sé si todo esto será así, pero sí que, al igual que sucede cuando vemos una vieja fotografía, cuando de tarde en tarde nos miramos en él, que es algo más que vernos, esto lo hacemos a diario, vemos como el tiempo, inexorable, nos ha cambiado; y nos lamentamos de lo que la naturaleza en su correcto funcionamiento hace con nosotros sin acordarnos de las vivencias que esa imagen trae consigo. El espejo: otra forma de medir el tiempo. Un saludo.
ResponderEliminarRochitas, quedaron todos los mensajes, pero borré todos los repetidos.
ResponderEliminarAsí es, la relatividad del tiempo, tal y como lo cuentas.
Un abrazo.
Desdelaterraza, a mí me gusta perderme en la máquina del tiempo de las fotografías más que en la del espejo, quizá por lo que dices, el espejo nos miente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo creo que la que queda también puede ser interesante.Depende de nosotros.
ResponderEliminarNo hay que preocuparse ya del tiempo pasado sino del que nos queda, bastante menos de la mitad por cierto. Un saludo
ResponderEliminarSiempre depende de nosotros Mamuma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Da vértigo pensarlo, verdad Felipe?
ResponderEliminarSaludos.
Elena, la foto de la cabecera es el Callejón Croker de San Fernando??? Me ha encantado.
ResponderEliminarElena seria estupendo poder vivir sin mirar el reloj, sin horarios, ni tiempos asignados a cada cosa que hacemos. Que pasara el tiempo a nuestro ritmo, y poderlo parar o acelerarlo cuando quisiéramos. Pero todo esto es solo fantasía, el tiempo pasa queramos o no.
ResponderEliminarNo se empieza a notar que el tiempo corre hasta que no has vivido una buena parte de tu vida, y conforme van pasando los años, te asombras de lo rápidos que se van.
Un post como nos tienes acostumbrados, interesante, estupendamente escrito y la sensación de que el tiempo que he dedicado a leerlo ha merecido la pena.
Un abrazo amiga y buen fin de semana.
El tiempo nos persigue como en una carrera de fondo, siempre va detrás de nosotros, pero el no se cansa, sigue corriendo intentando dejarnos atrás; y nosotros en esta maratón, seguimos contando,cuantas décimas he ganado, cuanto me falta?,porque realmente, es lo único que tenemos, tiempo, mucho tiempo, unos lo ahorran pensando que les puede faltar en el futuro, otros lo van gastando muy deprisa,sin privarse de nada, al fin y al cabo, es nuestro; pero no nos damos cuenta que es el tiempo el que juega con nosotros, a veces pasando muy lentamente crispando nuestra paciencia, y otras, cuando pareces feliz, volando, llevándote entre las nubes para luego posarte de bruces en la realidad. Así es el tiempo, nuestro amigo,y aliado en la juventud,compañero en la madurez y enemigo en la vejez.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso es muy bonito, "vivir la piel que habitas". Es así como yo lo he llegado a entender con el tiempo, el dia a dia, disfrutar de los tuyos, del entorno, de las cosas pequeñas, y sobre todo de ti mismo.
ResponderEliminarUn beso
Ignacio, sí, es el callejón Cróquer de San Fernando, la hice en una de mis vacaciones en esa ciudad que me encanta. Recortada, claro, debajo está toda mi familia menos yo que fui la fotógrafa.
ResponderEliminarUn abrazo y bienvenido.
Ojalá Luisa, pero no se amolda a nuestro capricho, es serio y nunca se sale de las normas. Somos nosotros los que lo vemos correr o detenerse.
ResponderEliminarGracias una vez más por detenerte un ratito en este callejón.
Un beso amiga.
"Así es el tiempo, nuestro amigo,y aliado en la juventud,compañero en la madurez y enemigo en la vejez."
ResponderEliminarÉse es el resumen perfecto D. Manuel, y como siempre lo ha sabido captar al vuelo.
Un abrazo.
Eso es Isabel, quererse y disfrutarse, después querer y disfrutar de todos y de todo, sin dejar nada para mañana, sin esperar nada de mañana.
ResponderEliminarUn beso.
Tiempo, esa tortura
ResponderEliminarcomo un anillo sideral
de un tibio pacto en la envoltura
y la campana de cristal.
No permitas,
tiempo, que pasen y regresen al sueño
los días en que estos ojos sin tiempo, así mirándome
aceptaron vivir.
Un fuerte abrazo.
Después de una larga ausencia, regreso...un placer leerte de nuevo. Besos!!
ResponderEliminarUna tortura, un anillo que nos abraza y nos apresa, eso es el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo Luis.
Siempre serás bienvenida Silvia, ésta es tu casa.
ResponderEliminarUn beso.
No me resulta desafortunado que transcurra el tiempo. La conciencia de él siempre es la misma. No tiene velocidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Manuel 72a. Estupendo tema, a mi me viene como traje a la medidad. Con un tapiz deshilachado de siete decadas y un bienio.
ResponderEliminarLo mejor es vivir el presente, apoyado en la experiencia y con la ilusión puesta en el futuro,
aunque se acerque el final de tu recorrido por esa alfombra usada.
Un abrazo
Lavela, el tiempo, creo, sí tiene velocidades distintas en la precepción subjetiva de cada uno.
ResponderEliminarLa misma hora es corta o larga según para quién.
Un abrazo.
Manuel, suscribo tu frase:
ResponderEliminar"Lo mejor es vivir el presente, apoyado en la experiencia y con la ilusión puesta en el futuro".
Creo que es la mejor manera de encarar la vida.
Un abrazo.
Elena tu rincón es para mi un lugar donde se para el tiempo. Me gusta saborear la belleza de tus letras despacito, escuchando la música que acompaña siempre.
ResponderEliminarMil besos.
Maripaz
Maripaz, comentarios como el tuyo dan ánimos para seguir.
ResponderEliminarGracias.
Un beso.
El tiempo es un tirano.
ResponderEliminarCuando somos pequeños pasa lentamente y nunca vemos ese día en que ya podemos decir que "somos mayores", para mí estaba en los 10 años.
Mentira, nunca eres mayor!
Y para cuando te das cuenta, ya no te queda casi tiempo para serlo!
Ay!
Así que tu decisión es de lo más sabia:
Hay que vivir el día a día, cada instante, y vestirnos siempre con las horas y los minutos que nos han sido dados en el pack que repartieron al adjudicar las vidas de cada uno!
Y que ya puedo comentarrrrrr, que no podía hacerlo en un montón de blogs amigos, y que estaba desesperée!
Aleluya!
Besotes, sabia mujer!
;)
Qué razón tienes Edurne, cuando somos niños no vemos el momento de ser adultos, qué error.
ResponderEliminarTampoco yo he podido comentar en un blog, no sé qué pasará.
Un beso guapa.
...el tapiz deshilachado del tiempo vivido... sí, esa es la imagen, del tempus fugit, me gustó como derramaste tu prosa, como un reloj daliniano que se dobla, sobre la matriz del tiempo. Vivir las horas sin horas, eso.
ResponderEliminarsaludos blogueros
Ojalá fuese posible José Antonio, a pesar de mi reloj daliniano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Elena hay veces que por culpa de la casualdad aparece un blog marilloso como el tuyo, te encontre sin buscar. te sigo, me gusto. un abrazo
ResponderEliminarChus, vendita casualidad que te trajo hasta aquí. Que sea para bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Elena, que me parece que nos pasa igual, que conforme pasa el tiempo, cada vez mas pensamos en él, y como pasa el puñetero y aunque no queramos pensamos en el que nos queda si la cosa va bien. Pero hay un consuelo, que de momento es la unica justicia verdadera, eso y la muerte. Un abrazo
ResponderEliminarEs verdad Curro, pensamos en el tiempo, pero más en cómo vivirlo y disfrutarlo. En no dejarlo escapar sin pena ni gloria.
ResponderEliminarUn abrazo.