“Nadie es una sola persona, tú, Caín, eres también Abel.”
José Saramago “Caín”
José Saramago “Caín”
Hoy me descubrí una sonrisa de maldad en el espejo. Pensé que sería algo pasajero y me desnudé para meterme en la ducha. Dejé la epidermis colgada del perchero y me abandoné al abrazo del vapor que me vistió de nube.
Quise en aquellos momentos que algún (mal)pensamiento y todas las tensiones del día se licuaran con las gotas de agua que caían por las baldosas blancas de la pared hacia abajo, en delgados hilos de humedad, y comprobé satisfecha que se los tragaba el sumidero en una espiral infinita hacia el abismo donde los malos pensamientos pierden su nombre, aunque a veces te gritan desde el fondo para recordarte que aún no se disolvieron del todo.
A veces es bueno dejarse lavar arterias y tuétano, colocar el cerebro debajo de la ducha, desnudo, justo en el centro, dejando que el agua arrastre, tibia y lenta, todos los trozos de piel muerta que el tiempo nos tatuó a fuego y cincel. También lo que nos hace daño aun naciendo y creciendo desde nosotros mismos.
Salí y me sequé despacio, con cuidado de no abrir heridas, pues a pesar de estar ocultas, las noto como cristales rotos que se clavan por mil aristas que te recuerdan que aún no han dejado de supurar.
Me noté limpia, por fuera y por dentro, como una hoja de papel en blanco en la que escribir de nuevo.
Lo que no he llegado a comprender es por qué aún mantengo esa estúpida sonrisa en el espejo.
Quise en aquellos momentos que algún (mal)pensamiento y todas las tensiones del día se licuaran con las gotas de agua que caían por las baldosas blancas de la pared hacia abajo, en delgados hilos de humedad, y comprobé satisfecha que se los tragaba el sumidero en una espiral infinita hacia el abismo donde los malos pensamientos pierden su nombre, aunque a veces te gritan desde el fondo para recordarte que aún no se disolvieron del todo.
A veces es bueno dejarse lavar arterias y tuétano, colocar el cerebro debajo de la ducha, desnudo, justo en el centro, dejando que el agua arrastre, tibia y lenta, todos los trozos de piel muerta que el tiempo nos tatuó a fuego y cincel. También lo que nos hace daño aun naciendo y creciendo desde nosotros mismos.
Salí y me sequé despacio, con cuidado de no abrir heridas, pues a pesar de estar ocultas, las noto como cristales rotos que se clavan por mil aristas que te recuerdan que aún no han dejado de supurar.
Me noté limpia, por fuera y por dentro, como una hoja de papel en blanco en la que escribir de nuevo.
Lo que no he llegado a comprender es por qué aún mantengo esa estúpida sonrisa en el espejo.
Bueno, pero ¿dónde has metido a Caín o, a la inversa, en dónde has dejado a Abel?
ResponderEliminarDecía Unamuno que la existencia de CAINES se debe a las exhibiciones de ABELES. Es decir, es la representación pura de lo que significa el catarro permanente de los españoles : LA ENVIDIA.
¿Qué parte cerebral de Elena envidia a la Abelita de Elena?
Javier, envidiar, lo que se dice envidiar, no creo que se envidien, más bien se conocen y se reconocen demasiado bien. Digamos que a veces hasta una se sorprende de la otra.
ResponderEliminarLo que está claro es que existen las dos, sin que por ello pienses que tengo doble personalidad.
En realidad, soy bastante previsible.
Un abrazo.
Hola Elena!! Un relato precioso. Quien no tiene una pequeña dosis de maldad en algún momento. Eso es parte del ser humano. Trataste de que ese maravilloso baño te limpiará y lo hizo porque tu esencia es buena, esa sonrisa solo es un pensamiento, una idea momentánea que se evapora como las nubes del agua caliente. Te felicito amiga, escribes de una forma muy bella.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Dichosa tú que sabes lavarte por fuera y por dentro, desprenderte de eso que hace daño aún naciendo dentro de nosotros, pues no es fácil.
ResponderEliminarLa dualidad está en todo lo existente en el universo: luz/oscuridad, sonido/silencio, calor/frío, movimiento/quietud, etc.
La cuestion es que dependemos de esa dualidad
para nuestra existencia, la una sin la otra no tiene sentido.
Un abrazo y buen fin de semana
Elena esas sonrisas pueden ser una válvula de escape de tu organismo, para no caer en una profunda depre.
ResponderEliminarHola Elena. Un texto muy profundo que invita a reflexionar.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Gabi por tu comprensión. Una pequeña dosis de maldad a veces es necesaria, aunque en algunas personas es lo habitual.
ResponderEliminarGracias también por los halagos.
Un beso amiga.
Hola amiga :
ResponderEliminarEstamos hechos de ambas materias y cada nuevo día trata de sobresalir la una de la otra .
No somos perfectos y de vez en cuando va muy bien reencontrarnos con nuestro verdadero yo .
Hacer balancede los pros y los contras , para proseguir el camino libre de cargas .
Buen lugar el que has escogido : El agua : fuente de energía , la soledad ...
Me gusta mucho tu relato amiga .
Chapeau !!
Sí Chelo, el ser humano es la conjunción de una serie de cualidades y sus contrarias.
ResponderEliminarY no creas, hay veces que por mucho que pongo la cabeza bajo el grifo no se quitan las manchas.
Un beso.
Puede ser Mamuma, de alguna manera hay que desahogarse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Mistral.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Elena.
ResponderEliminarNo, no somos perfectos, aunque andamos luchando contra lo que nos hace daño, aunque, como digo, provenga de nosotros mismos.
El agua... el mejor sitio.
Un beso.
Estimada Elena...
ResponderEliminarPuede ser tan hecho cierto que el 'conocete a tí mismo' contiene maldad como que Cain y Abel no son sino el choque de dos lineas paralelas.
¿has visto a dos niños?
sds!
Hola dadaista.
ResponderEliminarAsí lo creo yo también, todos tenemos una parte de maldad.
¿Los niños? son malvados y egoístas.
Un abrazo.
Hola Mª Carmen, el equilibrio sería lo ideal, pero a veces es tan difícil mantenerlo.
ResponderEliminarUn beso guapa.
No hay yin sin yan...
ResponderEliminarUn beso y buen fin de semana.
Estimada Elena...
ResponderEliminar¡Protesto!...Los niños no son malvados y egoistas. Cuando se es malvado y egoista es cuando precisamente se deja de ser niño...Es entonces cuando se ha formado la escala de valores...quien o qué es bueno, quien o qué es malo...Creo.
Los niños a los que te he hecho referencia son estos
sds!
Incluso la buena luz no apaga del todo alguna sombra juguetona que intenta amargarnos el día.
ResponderEliminarYo hoy sé algo de eso.
Agua en la piel, aire en la cara, es lo que no soportan, y decirle las cosas claras.
Un abrazo Elena
Me da la impresión, por la estúpida sonrisa del espejo, que el que se ha ido por el sumidero es Abel. ¿O ha sido Caín? Seguro que algo de los dos todavía ha permanecido. Si no tenemos el malñ para comparar ¿como distinguiremos el bien? Un abrazo
ResponderEliminarElena, de una simple sonrisa que vistes en el espejo hay que ver el relato tan estupendo que te ha inspirado. Eres genial.
ResponderEliminarNo hay mas satisfacción que al final del dia meterte en la ducha calentita, cerrar los ojos y solamente sentir las caricias del agua sobre ti y no pensar en nada, ni malo ni bueno, solo sentir.
Un fuerte abrazo mi querida amiga.
Todos llevamos dentro luces y sombras, todos somos muchos a la vez. No sorprendemos cuando encontramos en nuestro rostro un gesto que despreciamos en otros; pero en realidad estaba dentro de nosotros desde que nacimos, es solo que se tiene que dar la situación límite que lo rescate. Desde luego, ser conscientes de ello y hacer una buena limpieza es el mejor método para combatirlo. Si después de esa depuradora ducha el mal gesto no ha desaparecido, hay que seguir intentándolo.
ResponderEliminarTus textos están llenos de contenido, siempre nos hacen pensar.
Feliz fin de semana.
Eso dicen Sonrisa.
ResponderEliminarPara conocer algo hay que compararlo con su contrario.
Un beso.
Dadaista, los niños actúan de forma inocente, son egoistas desde el punto de vista del adulto.
ResponderEliminarAsí es Juan, hay sombras que se resisten a la luz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Espero, Felipe, que no se haya ido ninguno de los dos por el sumidero, quedaría sólo media Elena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué razón tienes Teresa, no hay nada como una ducha relajante, sentir que todo lo que nos perturba se deshace bajo el agua. Y no pensar en nada.
ResponderEliminarGracias amiga, un beso.
Manuel 72a. Sorprendente y entrañable tema. Invita a reflexionar acerca de la influencia que cada uno de ellos, ejerce sobre nuestra personalidad y de buscar la forma de purificarse.
ResponderEliminarAntes de que Caín y Abel, tomaran las antorchas del bien y del mal, ya el homo sapiens, trataba de arrojar por el sumidero de las cataratas que usaba como ducha,los genes de la avariacia, anvidia y todas esas cosas que engrendran el mal y que como erencia anti- gua,son inherentes a la condición humana.
Un abrazo.
Mercedes, suscribo al cien por cien tu comentario.
ResponderEliminarEn realidad somos un cúmulo de luces y sombras, lo importante es conseguir que la sombra nunca gane la partida.
Un beso.
Manuel, desde el inicio de los tiempos el hombre no ha sido ni bueno ni malo del todo. Un poco de maldad es inherente al ser humano.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel.
Elena, hoy me ha gustado esa sonrisa tuya. Saber reirse alivia las heridas del álma. Es bueno dejar que se lleve el sumidero todo lo malo que nos acecha.
ResponderEliminarBesos.
Maripaz
Gracias Maripaz. Es lo que se intenta, arrojar lo malo por el sumidero, a veces lo consigo.
ResponderEliminarUn beso.
Da la impresión que hubieras acudido al espejo, después del ceremonial del agua, con el deseo de que aquella sonrisa ya no estuviera allí mirándote. Pero somos como somos y por más que nos empeñemos en lavarnos parece que siempre hay algo que nos impide ser absolutamente felices, aunque quizás una forma de alcanzar mayor felicidad consista en intentar serlo. Una enérgica ducha diaria que arrastre lo malo, dejando lo bueno, puede ser una buena manera de conseguirlo. Un saludo. Bueno, aparte del fondo, me gusta la forma de contar tus cosas. Un abrazo.
ResponderEliminarsonrisa de maldad, centrifugado bajo la ducha y sonrisa de bondad luego, eso es todo, Elena y su limpia lavandería
ResponderEliminarsaludos blogueros
Desdelaterraza, como bien dices uno es como es, y por más que hagamos propósito de enmienda, nunca dejamos de ser lo que somos. Aunque no está mal que luchemos por nuestra parte positiva.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ojalá fuese tan fácil José Antonio.
ResponderEliminarSaludos.
Dñª.Elena, excelente relato, de lo que es la esencia de las personas, de lo que todos llevamos dentro, de la lucha interna que nos corroe, de las sonrisas de maldad y las carcajadas de alegría que salen de dentro y nos estallan en la garganta, y que cuando salen de nuestra boca, lo llenan todo, contagiando a los demás; por eso hay que dejar muchas veces la epidermis colgada de una percha mientras nos bañamos, para poder ver lo que no funciona dentro de nosotros, eso que llaman examen de conciencia, también de inconsciencia,esa que nos alerta y revuelve en nuestro cerebro dando toques de campana sembrando la duda, si, hay que lavarse bien para despejar esa duda que nos atenaza.
ResponderEliminarUn abrazo
Todos tenemos ango de ying y yang y eso nos hace más interesantes. La cuestión es cuál predomina sobre el otro.
ResponderEliminarBesos.
D.Manuel, como siempre tan acertado en su comentario.
ResponderEliminarEs un honor su visita.
Esa es la cuestión, cuál predomina sobre el otro.
ResponderEliminarUn beso Tawaki.
Qué bueno, qué bueno, qué bueno este relato, de verdad, Elena!
ResponderEliminarCaín, Abel... quién somos en realidad?
Hay veces en que esa epidermis de la que tú has sido capaz de despojarte para darte un buen chapuzón purificador, se nos queda adherida, pegada, soldada a nuestra naturaleza y somos incapaces de desprendernos de ella, ya sea, la de Caín, ya sea la de Abel...
Tendremos que practicar!
Un besote!
;)
Bueno Edurne, por ahí dicen que somos una mezcla, y lo importante es distinguir cuál de ellos vence.
ResponderEliminarTambién se habla de equilibrio, ya sabes, para no ser tonto de bueno, jeje.
Un beso y gracias.
Tu sonrisa, amada Elena, es posible que siga esperándome. Llego con retraso por los avatares de los sumandos de los días, pero vengo a rendirme a tu palabra. Aún en pijama, del que estoy a punto de desprenderme, también quiero vestirme de nube con el vapor de la ducha, para mí un poco más que tibia, y sentir cómo me rehabilita. De leerte aprendo a sentir, a escribir, a amarte cada vez más. Besos.
ResponderEliminarMi palabra siempre te espera, pero no para enseñarte sino presta a la sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
Elena tenemos sin poderlo evitar una parte de mal en nosotros mismos. Tratamos unas veces de callarla, otras de no oírla y otras de dejarla en el sumidero de la ducha, como tan hermosamente has escrito. La cuestión esta en que nuestra parte buena, generosa, sea mucho mas importante y minimice la parte picara o maliciosa.
ResponderEliminarYo no pienso que eso sea malo, solo que ambas actitudes van juntas y solo tenemos que ser capaces de equilibrarlas, para no pasarnos ni de una ni de otra.
La sonrisa maliciosa ante tu espejo, todos la hemos tenido en alguna ocasión.
Un beso guapa y que tengas una buena semana
Luisa, no tengo nada que aportar a tu espléndido comentario, has resumido perfectamente la esencia del post y suscribo tus palabras al cien por cien.
ResponderEliminarUn beso.
Llegué Elena, y disculpa. Yo tengo otros problemas con la ducha y la verdad es que en estos momentos más que sonreír hago muecas al tonto del espejo que se ríe de mi.
ResponderEliminarEl agua lava, por fuera, por dentro somos nosotros los que debemos limpiar y lamernos las heridas, que son invisibles a los ojos de los demás.
Me has alegrado el día a pesar de que hoy no me podré duchar a gusto.
Bss
No te preocupes Katy, ya sé que andas muy liada con el baño.
ResponderEliminarAl tonto del espejo sácale la lengua.
Y tómate con calma la obra, tu recuperación y los blog.
Un beso.
Sería bueno poder dejar en blanco un folio, después de "limpiarnos" por dentro y por fuera, y empezar de nuevo.
ResponderEliminarUn beso
Sería estupendo Isabel.
ResponderEliminarLa de folios que habría echado yo a la papelera.
Un beso.
Preciosa canción de fondo de un artista que me encanta.
ResponderEliminarUn abrazo
A mí me encanta Damien Rice Juan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Preciosa entrada llena de reflexión. Enhorabuena, y felicidades también por tu blog, ya tienes un seguidor más. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea. http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
ResponderEliminarGracias y bienvenido Pepe Lasala.
ResponderEliminarSaludos.
Muy erótico relato, eso es lo que tenéis las acuario, que os gusta mucho el agua hasta el de la simple ducha y la imaginación os invade.
ResponderEliminarMuy bonito.
Te tengo que decir que mis dos esposas son acuarios y me llevo estupendamente con las, pues se encuadran muy bien con los aries.
Un abrazo y me incorporo si me dejas como seguidor tuyo ¿Vale?
La suavidad del agua llegando en los márgenes incansablemente. Nos hace ser valientes (orillando la maldad).
ResponderEliminarUn beso.
Hola Vicente, bienvenido. Será un honor para este callejón que te quedes.
ResponderEliminarY sí, me encanta el agua, es mi medio.
Un abrazo.
Lavela, al menos se intenta (orillar la maldad).
ResponderEliminarUn abrazo.