“El mundo de los gestos no es transparente como un cristal,
sino reflexivo como un espejo.”
Andrés Neuman “El viajero del siglo”
Todas las mañanas aparece delante de mí, se me acerca, abre la boca y pega su nariz junto a la mía, se sujeta los párpados y me mira descaradamente, nadie como yo guarda toda su confianza, aunque nunca me dice nada. Intenta colocarse los rizos en el sitio que ella le tiene reservado, pero no lo consigue, todos los días lo mismo, no se da cuenta de que esa batalla la tiene perdida. Me vuelve a mirar, sube las cejas y me guiña un ojo buscando mi complicidad, hace tanto tiempo que la conozco. La he visto corretear su risa loca de niña blanca y mullida, dar vueltas infinitas a los volantes de su traje de gitana, alisar su pelo como si peinara sus sueños, bailar su falda y estrenar los primeros pasos de sus zapatos adolescentes. Y aprenderse curiosa todos los huecos de su cuerpo. Ha ensayado su beso frío en mi boca mientras yo le robaba el aliento. La he visto reír estampando su alegría contra mi frente, y he visto el mar de sus lágrimas perderse por el sumidero del lavabo. Y no he podido consolarla.
Cada mañana espero su visita sabiendo que un día se marchará sin avisar. Y yo me quedaré en este lado.
Esperando.
El texto es, como todos, precioso, pero el argumento resulta, al igual que en algunos temas del de Complutum, un crucigrama o adivinanza.
ResponderEliminarComo soy muy rústico no sé si está hablando de una hija o de un espejo. O quizá de un sueño que se repite.
En cualquier caso eres la única en saber explicar estados anímicos con Arte.
Tella, podría ser cualquiera de las cosas que citas, quédate con la que más te guste.
ResponderEliminarYo me quedo con lo que me cuento desde el otro lado del espejo.
Gracias otra vez.
Lo imaginaba, Elena. Es más, sabía que te mirabas al espejo, porque esos rizos y esa sonrisa tan dulce tuya requieren de muchos ensayos. Besos.
ResponderEliminarGracias Francisco, pero nunca pensé que tuviese una sonrisa dulce.
ResponderEliminarEres muy amable.
Un beso.
Caramba con Dñª. coqueta, en principio me ha pasado como a Tella, creí que hablabas de tu hija, con eso de que "la has visto corretear su risa loca de niña blanca y mullida", Yo hace tiempo que no me miro en un espejo, quizás sea para no ver mis defectos, o para no verme reflejado y verme como soy, aunque mi físico y mi mente me engañen.
ResponderEliminarUn abrazo
Sonrisa picarona es lo que veo yo en ese espejo en el que te miras.
ResponderEliminarUn saludo guapa.
Caramba D.Manuel, dichosos los ojos, cuánto tiempo, supongo que su ausencia se ha debido a los problemas con que blogger nos regala los días últimamente a la hora de entrar a comentar.
ResponderEliminarYo me miro mucho en el espejo, pero más por hurgarme en la boca, en los ojos, en las cejas, que por pura coquetería.
Un abrazo.
Sonrisa, jajajaja, no te lo voy a negar.
ResponderEliminarUn beso, guapísima.
Hola Elena!! Yo creo que nunca se marchará amiga. Hasta quizás algún día la encuentres otra vez alisando sus rizos...
ResponderEliminarBuen fin de semana amiga!!
Besosssssss
No sé Gabriela, hay mucha gente del otro lado, esperando.
ResponderEliminarUn beso Gabi.
El espejo testigo diario de los surcos que la vida va dejando en nuestro cuerpo ...
ResponderEliminarComo siempre bonito y sugerente relato. Un beso
Chelo, es el que mejor conoce nuestra piel.
ResponderEliminarGracias y un beso.
Tengo muchos espejos en casa, pero ¿sabes una cosa? no me he parado nunca mucho tiempo delante de ellos.
ResponderEliminarQuizas sea porque no soy muy coqueta.
Al leer tu texto Elena, le has dado vida y ahora cuando pase delante de ellos pensaré que, quizas, me esten mirando sin darme cuenta.
Me ha gustado mucho mi querida amiga.
Un beso.
Teresa, seguro que hay alguien esperándote, si te asomas, la verás.
ResponderEliminarGracias Teresa.
Un beso.
Una bella imagen la que describes magistralmente. Nuestro cotidiano diálogo con ese que más nos conoce por fuera...
ResponderEliminarLeyéndote comparto algunas experiencias (no la de los rizos, que más quisiera:), pero tantas veces le he sacado la lengua, y la verdad es que siempre nos devuelve nuestros estados de ánimo. Y ha vertido lágrimas en el sumidero...
Es al fin y al cabo nuestro cómplice y crítico.
Genial como siempre.
Besos
Estos hombres, nunca pillan nada..
ResponderEliminarMuy, pero que muy bonito el relato. En una ocasión escribí un cuento y lo titulé "Detrás del Espejo", era para El Barco de Vapor, pero nunca lo envié. Pero sí, da mucho juego y mucho que pensar esa imagen tras el espejo que, a veces, es una perfecta desconocida.
Besos.
Ay Katy, los rizos los rizos, quien no los tiene los quiere y quien los tiene los odia, aunque como yo, acaba haciéndose amiga de ellos. Son ya tantos años con estos pelos.
ResponderEliminarEl espejo es nuestro más cruel crítico ya la vez nuestro mejor cómplice. Siempre callado.
Un beso, resalá.
Candela, y mira que les vamos dejando pistas, jajajajaj...
ResponderEliminarMe encantaría leer ese cuento, por qué no lo enviaste, conociendo tu forma de escribir, con ese sentido del humor que te caracteriza, seguro que es muy bueno y divertido.
Un beso, guapa.
Elena el espejo es el que verdaderamente nos conoce, ante el no existe engaños, nos desnudamos física y síquicamente sin vergüenzas ni reparos.
ResponderEliminarComparte nuestros días en que al levantarnos nos encontramos "con el guapo subido" y días en que como tu bien dices, al desagüe no le da tiempo a tragarse nuestras lagrimas.
Has relatado de una forma genial, la conversación callada que mantenemos con el espejo.
Que pases un feliz fin de semana amiga. Un abrazo.
Cordobesa, como bien dices, el espejo nunca nos engaña, ni tampoco lo podemos engañar.
ResponderEliminarEn esta ocasión no hablo yo en el post sino mi imagen en el espejo.
Un beso Luisa.
Mª Carmen, no creo te echen nada en cara, tampoco nos delatarán, total, quién los iba a creer.
ResponderEliminarUn beso y que hagas muchas fotos bonitas de Carteya y de Córdoba.
Nuestro yo del otro lado del espejo. ese que no esconde nada, que nos delata, que nos observa cuando creemos observarlo a él...
ResponderEliminarUn texto magnífico Elena.
Besos!!
Ten cuidado, porque este espejo tuyo escribe de maravilla y te puede robar protagonismo. Un beso.
ResponderEliminarSilvia, esa es la verdadera realidad, es el otro lado el sabe, el que escucha, el que observa.
ResponderEliminarGracias y un beso, guapa.
Ay Tawaki, no es protagonismo lo que roba el muy...
ResponderEliminarUn beso, resalao.
Hola Elena como no te voy a querer!!!!!
ResponderEliminarTienes un regalito en mi blog
http://katy-agradeciendoregalos.blogspot.com/2011/06/premio-primavera-de-rayen.html
Como siempre mi deseo es que te guste. Pero sabes que no te obliga ni aceptarlo ni postearlo. Solo si es tu deseo...
Un beso
¿Otro regalito? me encanta, ahora mismo voy para allá a recogerlo.
ResponderEliminarMucas gracias.
Mirando en el espejo, me extraño de que no se creara muchos años antes el arte abstracto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los hombres tienen cierto miedo a la anorexia nerviosa y un temor milenario a la parte femenina que puede provocar una esquizofrenia tremenda en el orgullo del macho iberico. Los italianos y cualquier especimen masculino latino sobretodo con profundas raices mediterraneas son más flexibles al veredicto y a la especulación a partir de su sentencia.
ResponderEliminarJo Lavela, ¿tan... tan... tan raro te ves? jajajaja...
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya anónimo, todo un tratado de filosofía nos traes hoy. Bienvenida sea.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, y con el espejo empañado de vaho, depositarle hay un beso en los labios a esa niña inaugural que siempre nos acompaña. Precioso texto, Elena.
ResponderEliminarSaludos blogueros
Gracias José Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo por si acaso no me miro al espejo más que para afeitarme y como no llevo las gafas cada vez me veo peor.
ResponderEliminarElena, he perdido mi lista de seguidores y me gustaría seguir contando contigo, si no te es molestia, clica de nuevo en el apartado de miembros de mi blog para recuperarte. Un saludo
Felipe, eso tiene fácil solución, ponte las gafas chiquillo.
ResponderEliminarAy, este blogger falla más que una escopeta de caña.
Un saludo.
Estupenda musica para tan tiernos sentimientos hacia la otra que esta ahi y que tanto tiene de ti.
ResponderEliminarEnhorabuena guapa y espero que el calor te sea llevadero.
Besos
Gracias Mª José.
ResponderEliminarLa calor, digamos que la llevo, qué remedio.
Un beso.
Un día me encontraba yo platicando con alguien, pero mi interlocutora me pareció grosera, pues sólo movía los labios mientras yo le hablaba y no me contestaba nada nuevo. Ahora me he acostumbrado a ella, nos sonreímos mutuamente y nos aventamos besitos una a la otra. Nos hemos vuelto amigas, aunque lo grosera no se le quita... sigue sin hablarme, pero sus gestos dicen más que mil palabras.
ResponderEliminarBeso.
Todos tenemos un amigo que nos puede parecer grosero, pero en realidad es quien mejor nos conoce.
ResponderEliminarUn beso Cuet.