Kirmen Uribe “Bilbao-New York-Bilbao”
Creíamos que el tiempo correría a nuestro favor y que detendría sus agujas a nuestro indisciplinado antojo. No fue así, nunca es así. Si hay algo disciplinado en este mundo es el tiempo, siempre está en el lugar exacto a la hora exacta.
Las tardes interminables de la infancia se diluyen como un azucarillo en un vaso de agua, y nuestra historia de lealtades se difumina en la memoria como los programas musicales que escuchábamos en la radio azul, en aquel patio cómplice de nuestros amoríos adolescentes. Qué no sabrán las baldosas de aquel banco de piedra que escuchaba con atención y silencio nuestras confidencias susurradas. Quién nos iba a decir que lo vivido sin apenas pensarlo acabaría olvidado por los años en los falsos de los recuerdos, como el viento arrincona las hojas secas de un otoño tardío en las esquinas de una acera gris. Tapado por una gruesa capa de óxido, y que chirriaría años después con un dolor que ni siquiera llegamos a imaginar podría existir.
Sólo éramos dos almas inocentes, dos niñas que hicieron de la amistad su única razón para levantarse cada día y encontrarse en la escuela. Primero las tareas escolares, luego el tiempo estampado de risas, juegos y canciones. Enamoradas del cantante de éxito en cada momento.
Pero la vida nos subió a distintos trenes con destino a diferentes horizontes. Hoy el tuyo se torna del negro más opaco, de incertidumbre, del dolor más cruel e insoportable. De las sombras que se arremolinan en las rodillas impidiendo caminar hacia la luz, y yo no encuentro las palabras que taponen tus lagrimales como antes, como cuando éramos niñas y los problemas duraban lo que un granizo en el charco de la acera de nuestros juegos.
El reloj que no teníamos ha girado demasiadas veces alargando las distancias, y ahora parece haberse detenido en tu muñeca, pero volverá a girar, el tiempo siempre gira disciplinado, ya lo sabes, como el que no teníamos a los trece años.
Pero el tiempo siempre gira y vuelve a pasar, auqnue no lo sepamos, por los mismos senderos o parecidos y modifica lo que antes había cambiado.
ResponderEliminarEse es mi final para tu poema de hoy lleno de grandes verdades :
"nuestra historia de lealtades se difumina en la memoria como los programas musicales que escuchábamos en la radio azul."
"como cuando éramos niñas y los problemas duraban lo que un granizo en el charco de la acera de nuestros juegos."
Qué dificil es escribir tan bonito y tan bien.
Hola Elena, me imagino que estas palabras van dirigidas a alguien muy especial, a una amiga de la infancia que compartía tus juegos y confidencias de adolescente. Presiento que el destino sigue poniendo chinitas en tu camino, esperando que el tiempo ponga las cosas en su sitio. hay veces que lo hace, otros no, pero la vida sigue y el tiempo jamás se detiene.
ResponderEliminarComo siempre tus palabras llegan al corazón.
Un beso enorme. Cuidate
Gracias Zirauqui, y bienvenido a esta casa.
ResponderEliminarYa ves, el tiempo pasa y nos trae casi de golpe los problemas y los dolores que no se tienen en la niñez.
En este caso no me ha tocado a mí sino a una amiga de la infancia.
Un abrazo.
Katy, aciertas. Se trata de una amiga de la infancia; siempre juntas, todas las tardes repasábamos las tareas, escuchábamos la radio y nos lo contábamos todo.
ResponderEliminarEl tiempo nos separó y hace unos días nos unió por la muerte de su hijo. Dentro del dolor tuvimos una rendija por la que nos vimos de niñas otra vez.
Un beso y cuídate tú.
Siento que una desgracia como la que le ocurrió a tu amiga, sea el motivo de vuestro encuentro.
ResponderEliminarSaludos.
Elena a veces, como tu dices, nuestro reloj no marcha como siempre, un día parece que va lento y otro sus agujas giran con demasiada rapidez. La vida golpea fuerte en ocasiones pero el reloj sigue con el tic tac de la vida y no para. Precisamente ese mismo "tiempo" aunque en principio, nos parezca imposible, dejándolo correr, nos alivia la pena. Un relato, como todos los tuyos, conmovedor. Un gran beso amiga.
ResponderEliminar¡Desde los trece años! Solo por eso, el reloj comenzará a girar.
ResponderEliminarUn beso, Elena (y otro para la amiga).
Gracias Mamuma. Las alegrías a veces nos unen, las penas siempre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Teresa, por eso dicen que el tiempo es relativo.
ResponderEliminarPara las penas, nada mejor que dejar correr el reloj.
Un beso.
Gracias Lavela, se lo daré de tu parte.
ResponderEliminarUn abrazo.
En mi blog tengo una frase que dice: El tiempo hace y deshace lo que logra hacer.
ResponderEliminarLa vida es… simplemente vida, es imprevisible. De vez en cuando algo no sale como quisiéramos y el dolor es inevitable y no puedes si no que esperar a que las manecillas del reloj corran a toda marcha para que el dolor se vuelva más leve.
Siento mucho que estés triste, recibe un abrazo de tu amiga virtual.
Sonrisa, al final va a ser que sólo es real el tiempo, todo tiende a desaparecer menos el tiempo.
ResponderEliminarMientras la vida muere y renace, el tiempo es inmutable, y a veces nos arrastra con un dolor inefable.
Un beso amiga.
Joer, que oscurillo esta hoy el callejón, a ver si pone usted unas velas de esas que regala el Sebastian¡¡¡¡¡.
ResponderEliminarCuantos susurros escondidos en los bancos de los parques, cuantas confidencias a medio hacer, y hecho prometer, eran confesiones sin bendición pero quedabas igualmente en paz, cuantas promesas de futuro irreconocible, cuantos anhelos quedaron en el camino; son los sueños de nuestra infancia y adolescencia, que un día rememoramos intentando ponerles una cara, otras encontramos la cara, pero ya no hay susurros, solo una mirada que nos dice que algo se rompió, entonces vuelve a girar en la memoria el tiovivo de nuestros recuerdos.
Un abrazo Elena
Sin duda las circustancias de vuestro reencuentro han sido trágicas. Mi abrazo para ambas.
ResponderEliminarPero el tiempo transcurre y fluye sin miramientos y, tratándose de pesares, es mejor dejarlo fluir.
Una vez más, un fortísimo abrazo!!
D.Manuel ¿pero no eran bombillas? ¿tan mala está la cosa que las ha cambiado por velas?
ResponderEliminarBueno, el motivo del post es muy triste y por muchas velas que ponga me temo que poco alumbrarán.
Un abrazo.
Silvia, como dices, mejor dejar que el tiempo pase, pero me temo que cuando más rápido queremos que vaya, más lento fluye.
ResponderEliminarUn beso Guapa.
"...y yo no encuentro las palabras que taponen tus lagrimales como antes..."
ResponderEliminarSí Elena, sin duda tú serás una lucecita en la noche oscura de tu amiga. Aunque, esta vez, el dolor dure más "que un granizo en el charco de la acera de vuestros juegos."
Cuando tenemos problemas ocurre como en esos sueños de angustia, en los que quieres correr pero no puedes, solo avanzas a cámara lenta, y solo escuchas el latido de tu propio corazón.
ResponderEliminarCuando de pronto ¡zas! te despiertas y ves que ya es de día.
Un besito, querida amiga.
Anónimo, qué bien has enlazado mis palabras, gracias por hacer un bonito comentario.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí Candela, el amanecer siempre sigue a la noche por muy oscura que ésta sea.
ResponderEliminarUn beso, guapa.
Elena gracias a esa amistad y esas confidencias infantiles,habeis podido estar unidas en este momento doloroso compartiendólo tambien.
ResponderEliminarUn beso
Que tal..! después de un tiempo de ausencia paso a saludarte!
ResponderEliminarte dejo un fuerte abrazo!
Así es Maripaz, aunque con ella estuve poco tiempo pude sentir su inmenso dolor.
ResponderEliminarUn beso.
Pues otro abrazo para ti Allek.
ResponderEliminarHola, Elena. Momentos duros para tu amiga, desde luego, debe ser terrible la pérdida de un hijo. Quizá creas que tus palabras no pudieron enjugar sus lágrimas, pero estoy convencida de que tu presencia, tu cariño, le han hecho mucho bien.
ResponderEliminarEs una tristeza que las amigas tengan que separarse, pero es algo inevitable. Yo he perdido tantas y tantas que ya perdí la cuenta,pero es bueno que la distancia no fuera tanta, en tu caso, que no pudieras estar junto a ella en esos duros momentos.
Un abrazo :)
Durísimos, no puedo siquiera imaginarlo. Yo sólo compartí unas horas su dolor y nos sirvió ese rato para recordar con una sonrisa. Ya por eso valió la pena juntarnos.
ResponderEliminar¿Loli? ¿Mª Carmen? Cuál de las dos me hace el comentario. Sé que sois hermanas. He echado un vistazo a vuestro blog y es una preciosidad no sólo por los textos.
Un abrazo a las dos.
Siento lo de tu amiga. Seguro que tu presencia y tu cariño le ayudó mucho en esos triste momentos. Besos
ResponderEliminarGracias Chelo, al menos charlamos un buen rato y recordamos viejos tiempos.
ResponderEliminarUn beso.
A veces el reloj, debemos dejarlo y vivir el día a día sin ataduras. Pero el reloj de la vida es implacable. Y la muerte, fíjate si es buena con nosotros, que nos da toda una vida de ventaja.
ResponderEliminarHola Doramas, me gusta esa visión positiva de la vida, sobre todo porque llevas razón.
ResponderEliminarSaludos.
Bello canto a la amistad medido por eso reloj de horas inacabables que siempre le rodea, ante la desesperación de la pérdida. Tu apoyo le será de gran ánimo.
ResponderEliminarUn beso
El apoyo más importante es el de su familia, siempre es el de la familia.
ResponderEliminarLa amistad, en el recuerdo, hace lo que lo puede, que no es mucho.
Un beso Mª José.
Yo diría que el tiempo parece llevarnos siempre unos minutos de ventaja.
ResponderEliminarEsa foto es de Chema Madoz, ¿no?
Un beso.
Chema Madoz, claro que sí, utilizo continuamente sus fotografías, me parecen buenísimas.
ResponderEliminarUn beso Tawaki.
Hola Elena, cuanto siento que tu amiga este pasando por esos momentos, que bien se, son los peores de su vida.
ResponderEliminarQue te tuviera a su lado, le sirvió de consuelo, sin duda alguna, para eso están los amigos, para acompañar en los momentos malos que nos toca vivir.
El reloj de la vida nos trae horas felices y horas amargas, y poco podemos hacer por evitarlo.
Un abrazo, sigo en tu casa, poniéndome al día.
Nadie como tú sabe del dolor por la pérdida de un hijo, lo sé, y en esos momentos seguro que el apoyo de los amigos y la familia es importante.
ResponderEliminarUn abrazo, me alegro de tu vuelta.