"Los que han perdido no sueñan, recuerdan."
Andrés Trapiello "Locuras sin fundamento"
Posaste tu mirada en mis ojos como quien arropa el sueño de un bebé en su cuna, suave y sin apenas roce, como la oscuridad del cielo que se diluye por las grietas de las claras del día, despacio y en silencio, como el sol que roba su espacio a la luna.
Tú en el centro de un lugar de luz, un lugar sin ayer ni mañanas, sin lastre ni contratiempos, sin esperas y sin dudas. Sin deseos ni heridas abiertas. Un lugar vacío de todo rebosando a borbotones de la nada más absoluta y más llena a la vez. Tú inasible y sin edad, guapa y serena, sin los surcos que te conocí en la piel, blanca, pura, como lucen todas las cosas sagradas en la casa de Dios. Entendí todo lo que no me hablabas, y te supe feliz.
Te marchaste sin ceremonial, con el rictus satisfecho del que sabe su trabajo bien hecho, por un camino de tierra amarilla velado por las sombras desplegadas de los árboles del paraíso. Sentí la caricia de una brisa fresca en los labios, y la paz acomodándose por los recovecos más oscuros de todas las dudas que anidan cada noche entre mis sábanas. Mantuve unos minutos los ojos cerrados que es la única forma de ver mejor las cosas, y sólo entonces supe que ya podía despertar.