miércoles, 29 de diciembre de 2010

VETE, YA

"Tanta paz lleves como descanso dejas."



Te despides para siempre dejando una herida certera de sable taladrando el centro de mis latidos agónicos. Yo que te abrí los postigos azules de mi vida aquella noche anciana y fría, que pinté de verde esperanza la sonrisa a cada uno de tus días grises y negros, que ni siquiera sospechaba tu intención destructora de acoso y derribo, tu condición carnívora de corazones y almas; me anudo en un rincón de tu ajado almanaque bajo los escombros de tus doce paredes en ruinas.
Ahora que apenas atisbo un rayo de luz al final del camino, que hay noches en que las estrellas salen a saludarme y la luna ilumina todos los espacios con cada una de sus tres sonrisas blancas, ahora que el sol no calienta lo suficiente para atizar las llamas de los incendios que me habitan, y a pesar de que nunca me gustó el sonido quebradizo de los pasos sobre las hojas secas caídas de los árboles, sólo un deseo me habita el pensamiento: verte la nuca agachada sobre tu espalda que se aleja sin dejar rastro bajo la hojarasca. Porque has sabido doler como un golpe atroz en la boca del estómago, como nunca creí que podían doler las cosas, vete, tu despedida no es negociable, vete y no vuelvas la vista, no vaya a ser que tus pupilas de hielo congelen mis ganas.

jueves, 23 de diciembre de 2010

LA FLOR DE LA ACHICORIA

“La felicidad es una visita poco ruidosa, solapada, sin apenas sentarse,
sin instalarse nunca. Es la sombra de una nube sobre la tierra”.
                      Antonio Gala “Los papeles de agua”



Es curioso comprobar cómo nos pasamos la vida buscando la felicidad, sí, ya sé que no existe por completo, que sólo encontramos en la búsqueda trocitos de ella tan efímeros como la flor de la achicoria silvestre que sólo dura un día, por la tarde ya no está. Y es curioso que a veces la tenemos delante y no la vemos, quizá porque no nos atrevemos a mirarla directamente a los ojos, frente a frente, sin dejarnos maniatar por el miedo a ser feliz. Porque ese miedo existe y nos engarrota sin darnos opción para abrazarla.
Así nos pasamos media vida, buscando momentos felices y dejándolos escapar por un extraño mecanismo de defensa que levantamos en forma de dique insalvable que lo mismo nos protege que nos impide vivir sin complejos.

Hoy abrí mi ventana y entró un rayo de luz a pesar de las nubes grises y la densa lluvia. Lo guardé bajo mis párpados porque sé que hoy será el primero de los días felices que seguirán en mi calendario. Prometo una sonrisa, abrazos y una copa compartida.


jueves, 16 de diciembre de 2010

DAME TIEMPO

“Desechad tristezas y melancolías.
La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar".
                                                                 Federico García Lorca

 
 
Te aproximas despacio, agazapada detrás de las luces no te atreves a llamar a mi puerta. Oigo tus canciones a lo lejos, sé que estás ahí sin decidirte a dar el paso definitivo, esperando tímida sin saber cómo te recibiré o temiendo que te despida con alguna excusa con sabor a mentira.
Y no te negaré que hoy lo siento todo distinto. Yo que te esperaba ansiosa en el calendario de mis días, que aguardaba tu llegada engalanada y dulce, que hasta mis retinas se tornaban acuosas con la vuelta a casa del hijo del anuncio, yo que te vivía con la ilusión de los niños en las manos; hoy no te voy a negar que ando poniendo zancadillas al minutero de mi reloj atrasado.

…Pero espera, no pases de largo todavía, dame tiempo. Sólo me queda un chasquido de dedos en el eje de las pupilas, un latido hiperbólico a destiempo en la medianía de mi pecho, un soplo huracanado que espante las cenizas de mi alma hipnótica, …y tu entrada a bocajarro entre números cantados.

Te voy a celebrar a pesar de que en algún momento un torrente de llanto anidará y anudará mi garganta, sabiendo que traer(ás)é momentos ya vividos e irrepetibles al borde de mi memoria, y que bastarán dos segundos para que la tristeza de unas pupilas desangeladas se claven como dardos en el cristalino de mis ojos. Pero también sé que sabr(ás)é sostenerme la sonrisa en el reflejo transparente de los brindis. Por ellos, por él.

Feliz Navidad para todos.


viernes, 10 de diciembre de 2010

VOLVER

“¡Qué sentimientos tan inefables le inundan a uno cuando después de una ausencia de muchos años se vuelve a poner el pie en el lugar por donde discurrió la primera infancia! Parece como que hasta el más mísero hierbajo se vuelve para vernos pasar e inquirirnos por las causas de nuestro retorno”.
                                            Miguel Delibes   “La sombra del ciprés es alargada”


A veces pienso que existieron tus lugares cuando yo existí, porque ahora soy otra, y aquellos rincones ya no son. Eran fotogramas de una película en blanco y negro que yo conocía como las líneas de las palmas de mis manos, y que por alguna razón incomprensible, alguien fue coloreando sin mi bendición. Ahora me resultan extraños, y ellos no acaban de ubicarme en sus ángulos de color.

Apenas logro ceder a lo que el tiempo y la razón intentan hacerme aceptar. Que todo cambia, y aquellos lugares también, o desaparecieron, o fueron sustituidos por otros, o son los mismos con reflejos de otra luz. O somos nosotros los que hemos cambiado. Y el retorno inevitable a ti, al lugar donde he sido feliz, me deja un amargo sabor a metal en el cielo de la boca, y los ojos atravesados de ráfagas de dolor (o de color).

Y aunque vuelvo una y otra vez a tus calles, a tus adoquines, no logro atravesar el muro que la ausencia y la distancia levantaron entre aquella niña y sus calles en blanco y negro y la mujer que soy. Seguramente porque siempre se me dio mejor mirarte en blanco y negro que en color, y a la mínima que me descuido vuelvo a recorrerte dando círculos entre mis recuerdos.

Hoy regreso al pueblo de las fotografías de papel, al que me guardaba el rincón del asilo en el paseo, allí donde el calor de la mañana se atrincheraba hasta el anochecer; al que tenía peces en el saltador y pájaros en una enorme jaula alrededor del tronco de una palmera… Al que sólo existe en los negativos que se gestaron en el útero oscuro de las cámaras de fotos.

Ya no existen ni siquiera los sonidos que me ubicaron en tu seno y celosamente atesoré por los rincones de mi memoria. ¡Cómo olvidar aquel aviso a las dos de la tarde para ir a almorzar! Era el más exacto reloj que marcara las horas de un niño,…¡la sirena de la fábrica de orujo! Apenas daba tiempo para comer y salir callejón abajo a toda prisa, antes de que la campana del colegio martilleara mis oídos para entrar en las vespertinas clases.

Recuerdo la sinfonía desafinada de las voces de los chiquillos entrando en las aulas seguido del más apacible de los silencios, apenas roto por el trino incesante de los pájaros en las moreras. ¡Qué espectáculo de luz entreverada en tonos verdes y morados! No hay mejor paraíso para el primer bautizo al vivir de un niño que el patio de un colegio.

Hoy mis pies dibujan las calles que ayer patearon mis zapatos infantiles en busca de algún resto de aquel polvo que los cubrió, pero el viento de los años no perdona, y con su vals de los días lo fue arrastrando lejos en su nube del tiempo, dejando en su lugar un pavimento gris, frío y duro, como el de los corazones cerrados a cal y canto.

Pasear tus calles alimenta el hueco de la soledad que me regalas, da igual la esquina, la plaza o la bocacalle, siempre la encuentro al acecho, dejando en mi alma la misma sensación que la lluvia tras el cristal de una ventana cerrada.

Pero vuelvo, siempre desando el camino que me regresa a ti entre olivares, aunque sé que tú no me esperas, que duermes en tu lecho de verdes irisados, …ajena, forastera. Siempre a tus cosas.

Me miras de reojo, como reprochándome la vuelta, -a qué vienes ahora- pareces interrogarme sin mucho interés por la respuesta. Y sabes que me duele, que siento como cuchilladas frías en el mismísimo tuétano tu indiferencia. Y a veces me siento una extraña en mi propio paraíso (perdido). Es imposible zambullirse en el pasado sin salir lleno de arañazos. Así ando, con el alma escindida, ya no sé si te pertenezco o si eres mía.

Yo… yo sólo quiero que me acaricies con la mano de luz de tus mañanas y que tus brazos me rescaten de la soledad que me acecha al doblar cualquier esquina oscura de tu invierno. Bailar las canciones que me cantabas al oído y sentirme cobijada bajo las alas de tu cielo.

No es pedir mucho si te pido que me quieras como yo a ti. Recuerda que yo no sería así sin ti en mis días, ni tus días los mismos sin mí. Ni tú ni yo podemos parar los relojes. Yo me iré, pero siempre quedará mi imagen en algunas de tus fotografías. Formamos parte de la misma historia y algunas de mis cicatrices llevan escrito tu nombre…Nueva Carteya.

Aceptaré que las cosas cambian, …y nosotros también. Y que existen tus lugares de siempre, que aunque parecen distintos, aún se pueden apreciar mis huellas en tu pequeña historia de piedra, y que no existe una realidad sin tu sombra (que me persigue).
Que es mejor seguir el camino de frente, sin perder de vista el horizonte y guiar nuestros pasos hacia un futuro de colores.

Regresaré siempre a ti, a mi paraíso perdido, sabiendo que voy a descubrirte nuevos rincones. Que otros chiquillos correrán por tus aceras y otras parejas se enamorarán en los cómplices bancos de tus parques, …y hasta haré míos los sonidos de tu presente.

Y tú, ...tú nunca pienses que te abandoné, me fui, sí, pero cosida a mi alma llevo la tuya siempre. Eres mi segunda piel, en ella se aprecian todas las muescas de mis años jugando con los tuyos y allí me encuentro si me busco hacia dentro.




Nota: El texto ganó el primer premio del V Certamen Literario de la Fundación Francisco García Amo de Nueva Carteya, y a ella pertenecen todos los derechos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

LA PALOMA Y EL PAN

"Que otros se jacten de las páginas que han escrito,
                               yo lo hago de las que he leído."
                                                            Borges



Recogí el sobre sepia que me entregaban “el chache Paco” y la “chacha Amelia” a cambio de un par de besos para cada uno, y a pesar de los aplausos de los presentes en aquel salón inmenso, yo sólo pensaba en la cantidad de chicles de fresa y regalices negros que me podría comprar con la moneda de cincuenta pesetas que doblaba el sobre hacia atrás por su peso.

Tenía ocho años y me presenté por primera vez al concurso de redacción que se celebraba todos los años en el colegio antes de las fiestas navideñas. A la entrega de premios venía D. Francisco y Doña Amelia, su mujer, los fundadores del Colegio Francisco García Amo de Nueva Carteya, mi colegio, …mi pueblo.

Con nueve años me volvió a sonreír la suerte, más aplausos mientras me acercaba a la mesa del jurado para recoger otro sobre con el que endulzar las vísperas navideñas.

En mis párvulos años me gustaba escribir aquellas redacciones, pero leer y releer los pocos cuentos que adornaban la repisa de mi habitación me producía una extraña sensación que con los años he entendido al disfrutar con la lectura de buenos libros.

Aquí os dejo los dos trabajos premiados tal y como los escribí en su día, con todas las faltas de ortografía incluidas. Espero sepáis ser indulgentes con aquella niña:



Primer premio
Mª Elena Polo López, 8 años.

Tema: “Las palomas”

El palomo es un ave. Su cuerpo está cubierto de plumas. Sus patas son cortas. El cuello también es corto. Tienen cola. Las alas le sirven para volar. La casita donde vive la paloma se llama palomar. Sus ojos son redondos y pequeños. Se alimentan de trigo, pan, sebada etc. A los circos van palomas para hacer reir a la gente. El palomo es un buen amigo del hombre. Hay palomos que son blancos, otro negros, otros de colores y blancos y al mismo par negros. Lo que los hombres nos comemos del palomo con más frecuencia es la pechuga. La paloma se arrasca con el pico. Cuando la van a coger vuela y no se puede coger. Se asustan de las personas. Es vertebrado. Cuando salen a volar mueven las alas muy ligeras. Andan lentas. Tiene muy pocos dedos. Es más grande que los pajaros. En España hay muchas palomas y palomos.



Primer premio
Mª Elena Polo López, 9 años.

Tema: “El pan”

El pan se hace de la siguiente manera: Después de estar sembrado el trigo en el campo, se recoge y se lleva a la fabrica, allí se hace la arina, la arina se lleva a la panadería y los panaderos la amasan y les dan forma de mingo, de biena etc.
El pan alimenta mucho. Lo podemos comer con mermelada en la merienda o en el desayuno, también lo podemos comer con el armuerzo o cena.
El pan lo compramos en la panadería y nos lo vende el panadero.
El pan es un alimento que lo comemos todos los días como bebemos la leche.
Está compuesto en dos partes una la cortesa y el miajón.



Han pasado muchos años y la historia se ha repetido. La Fundación Benéfico- Docente Francisco García Amo convoca un certamen literario todos los años como heredero de aquellos concursos infantiles del colegio. Y ayer, 5 de diciembre del año 2010, en vísperas de fechas navideñas, me acerqué a la mesa del jurado para recoger el primer premio, y me sentí como aquella niña que recogía un sobre color sepia hace ya muchas Navidades.

El relato se titula “Volver” y lo compartiré con vosotros en una próxima entrada.


jueves, 2 de diciembre de 2010

NOCHE CERRADA

"Ahora dicen que hay muchos más universos infinitos como el nuestro.
Dime si no es para volverse loco, ¿no te sientes más pequeño?"
                Love of lesbian   "Universos infinitos"





Noche cerrada detrás de los cristales húmedos. Un viento helado se cuela por los postigos de una ventana mal cerrada y baila un rato con los visillos hace unas horas muertos. Afuera, el silencio se ilumina con la tenue luz desdibujada de las farolas cansadas de espiar aceras desiertas. A lo lejos, las luces borrosas de un coche son engullidas por la espina dorsal de esta ciudad fantasma. Una luna sorda escapa despacio de la hoja afilada de un cielo mudo que retiene miles de gotas de agua y las engorda antes de dejarlas caer sobre 
las manos desnudas de los árboles.

Suena una música tras la pared del piso de al lado y mis pies se dejan llevar hasta que una silla traza un rayo en el suelo del vecino de arriba. Unas risas, unas bocas que se beben y una despedida que se aleja en un ascensor repleto de ilusiones, hasta mañana. Huele a brasero encendido en el portal y a tabaco rubio los restos de barra de labios de la chica del quinto que se quita el maquillaje que nadie le lamió con sus besos, y piensa que el amor se olvidó, un día más, de su corazón deshabitado.

La nevera ilumina el desorden de la cocina del cuarto, como su vida, y saca una lata de Coca-cola medio vacía, como su alma. Se desploma sobre el sofá y cierra los ojos en un último trago con la esperanza de dormirse y que no amanezca nunca. El llanto de un niño se derrama por las escaleras y la llave del segundo da dos vueltas sobre los escombros en que se convirtió su vida desde que no hay nadie que abrace sus abrazos. En el tercero una pareja de amantes sincroniza sus alientos mientras recorren con las yemas de sus dedos cada una de sus vértebras impares.

La noche duerme afuera, pero la vida sigue haciendo ruido en la colmena.


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