domingo, 5 de mayo de 2013

DOS MUNDOS


Qué no daría yo por empezar de nuevo 
A pasear la arena de una playa blanca 
Qué no daría yo por escuchar de nuevo 
Y esa niña que llega tarde a casa. 
Y escuchar ese grito de mi madre 
Pregonando mi nombre en la ventana 
Mientras yo deshojaba primaveras 
Por la calle mayor y por la plaza.

                                   Rocío Jurado  "Qué no daría yo"

Juntas en Fátima (Portugal)

Hay días en los que tienes la sensación de vivir en dos mundos al mismo tiempo y a la vez muy distintos entre sí, el de afuera y el de adentro. Hoy ha sido uno de esos días raros, y como cuando el sol sale y al poco se esconde detrás de una nube a reponer fuerzas para seguir vivo, yo he pasado de mi mundo de adentro al de afuera, huyendo hacia el exterior, como el sol, para seguir viva. 

Hay mundos que se presentan amables pero en realidad no lo son, te atraen hacia adentro, te succionan, y una vez te tienen agarrado el corazón, te dejan abandonado, solo, y no te queda más consuelo que lamerte las heridas y volver a recoger todos los cristales en que se rompió tu corazón, como la última vez, como siempre. 

Hoy traté de escapar, lo intenté antes de notar el primer crujido rebotando en las paredes internas de mi pecho, pero ya era tarde, ni siquiera tuve tiempo de encontrar una fotografía en la que las dos estuviéramos bien, serenas, juntas, para enseñarla y gritar al mundo que fuiste grande, mi guía, mi ejemplo único y mi verdadero sostén cuando las fuerzas dudaban. Que aunque estés lejos, te siento más cercana que a algunos seres que a veces tengo sentados a mi lado. Que te quiero, aunque eso ya lo sabes, pero hoy quería decírtelo de una manera muy especial, desde mi mundo de adentro, pero allí sólo encontré desamparo, soledad, y un silencio sólo roto por el crujido de los añicos en que se resquebrajaba mi corazón y un eco lejano que me recordaba que ya no estás. 

Ahora no sé si estoy en mi mundo de adentro o en el de afuera, aún ando recogiendo trozos y recomponiendo lo que hace tiempo dejó de ser un corazón intacto, entero, sin tiritas y sin mellas. A pesar de todo, la vida te regala de vez en cuando momentos, instantes indescriptibles, la sensación de que estás, da igual en qué mundo pero a mi lado, y que me permite decirte MAMÁ, TE QUIERO.


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