martes, 20 de marzo de 2012

SOÑAR(TE)

"Los que han perdido no sueñan, recuerdan."
Andrés Trapiello   "Locuras sin fundamento"


Posaste tu mirada en mis ojos como quien arropa el sueño de un bebé en su cuna, suave y sin apenas roce, como la oscuridad del cielo que se diluye por las grietas de las claras del día, despacio y en silencio, como el sol que roba su espacio a la luna.
Tú en el centro de un lugar de luz, un lugar sin ayer ni mañanas, sin lastre ni contratiempos, sin esperas y sin dudas. Sin deseos ni heridas abiertas. Un lugar vacío de todo rebosando a borbotones de la nada más absoluta y más llena a la vez. Tú inasible y sin edad, guapa y serena, sin los surcos que te conocí en la piel, blanca, pura, como lucen todas las cosas sagradas en la casa de Dios. Entendí todo lo que no me hablabas, y te supe feliz.

Te marchaste sin ceremonial, con el rictus satisfecho del que sabe su trabajo bien hecho, por un camino de tierra amarilla velado por las sombras desplegadas de los árboles del paraíso. Sentí la caricia de una brisa fresca en los labios, y la paz acomodándose por los recovecos más oscuros de todas las dudas que anidan cada noche entre mis sábanas. Mantuve unos minutos los ojos cerrados que es la única forma de ver mejor las cosas, y sólo entonces supe que ya podía despertar.

miércoles, 7 de marzo de 2012

POSESIONES

“Todo esto, el jardín, el olivar, la casa, es algo que la vida te ha dado de más.”
                                                              Andrés Trapiello “El gato encerrado”


Tengo más de cuatro paredes con techo que me resguardan de los envites del viento y los fantasmas de la noche, una ventana transparente con vistas a tres calles mutantes a cada golpe de calendario que entretienen mis curiosas retinas, y la llave de la puerta por la que sale a pasear mi libertad.
Tengo una carretera, espina dorsal de un olivar infinito, que me regresa a las calles en blanco y negro de mis fotografías, a los olores de otro tiempo escapados por las rendijas de la memoria, y al recuerdo del calor de sus manos en las mías. Tengo un pueblo blanco al que volver, que me espera dormido en brazos del mismo Dios.
Tengo los besos tímidos, anémicos, robados del niño de mis ojos, y el derroche de abrazos templados de mi niña de agua. Y tengo miles de amaneceres a su lado, en lo bueno y en lo malo.
Tengo un cuaderno preñado de frases con olor a verdad, que releo cuando mis horas están bajas, que me empujan y me alientan en el desánimo, que me acompañan en los momentos más duros de la soledad, que siempre dan, haciendo un ejercicio constante de generosidad.
Y tengo la certeza de que mi recuerdo permanecerá en la memoria de quien me quiere, para no desaparecer.

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