miércoles, 27 de octubre de 2010

OLOR MARRÓN

“El paisaje que un hombre ve, ojos afuera, acostumbra a ser el reflejo de lo que esconde, ojos adentro.”
             Albert Sánchez Piñol    “La piel fría”


Sobre una alfombra deshilachada me afano por recomponer mis entrañas desarmadas. Por las rendijas de las siete paredes viejas de esta habitación sin ventanas se cuela la oscuridad que no es negra, ni siquiera gris, esparciendo su olor marrón y diluyendo las sombras que ya no me persiguen.
Ahora que no estás no hay camino que se abra a mis pasos perdidos. Las metas más cercanas se emborronaron y ando perdida en la inmensidad de este cielo absurdo y húmedo que no acaba de derramar su tristeza.

Aún no he roto en lágrimas hasta inundar mi cama, quizá por eso no hay manera de deshacer este nudo que me ahoga en la boca del estómago. Lo intento con palabras a pesar de que sus vértices son cristales rotos que rajan las yemas de mis dedos al deletrear las frases más certeras en el borde de mis pupilas. Y recuerdo las tuyas de los últimos días, caídas y tristes, como si no fueran tuyas.

Quiero pensar que eres tú quien desabrochará ese cielo marrón y dejará escapar sólo para mí el azul que seguro guarda.


martes, 19 de octubre de 2010

FOTOS EN BLANCO Y NEGRO

“Siempre creo que todo va a durar para siempre, pero nada dura para siempre. De hecho, nada existe más allá de un instante, salvo las cosas que retenemos en la memoria.”        Sam Savage  “Firmin”
           

Ando revolviendo recuerdos atrapados entre los ángulos en blanco y negro de las fotografías. Es extraño el tacto de la pátina de los momentos que fueron y la sensación fría en la yema de los dedos al dibujar las sonrisas en las caras de los que ya no están.
Una y otra vez asaltan mi madrugada esos momentos que llevo en la mochila de mis años atiborrada con las piezas de un puzle todavía sin terminar. Imágenes que se atraen como imanes encajando ni más ni menos que los días de toda una vida.

Y no me resigno, no quiero tener una pierna en la margen del ayer y otra en la margen del mañana, quiero zambullirme en el río y nadar y nadar y nadar las aguas del hoy, incluso a contracorriente, y atreverme a mirar mi reflejo que avanza en la superficie transparente aun sabiendo que cuanto más avanzo, más pronto alcanzaré la desembocadura. Y allí, en la inmensidad del mar, hallaré la última de las piezas del puzle flotando a la deriva.
Al final sólo quedarán las fotos en blanco y negro como recuerdo de un naufragio más.


lunes, 11 de octubre de 2010

EL JUEGO

“Todo va a ningún sitio… Vivir es sólo un empeño,
un propósito firme de alguien que no está vivo y que lo sabe.”      
Antonio Gala   “Los papeles de agua”


A veces tengo la impresión de que jugamos una partida de cartas con la vida sentada enfrente de nosotros en la mesa de juego, y a pesar de que guardamos un as en la manga que nos sostiene la sonrisa, la vida siempre gana la partida porque juega con cartas marcadas. Queramos o no, ella siempre será la última en mover ficha en un juego macabro con idéntico ganador. Y a nosotros no nos queda más salida que retroceder en el tablero, acorralados, al fondo, en la última casilla. Y temblando de miedo como una hoja de papel embestida por el viento.

Sé fuerte, debes ser fuerte, tenemos que ser fuertes. Es lo que todos nos decimos en los momentos duros como si repitiéramos una letanía religiosa en busca de la salvación eterna. Pero qué significado tienen esas palabras para quienes la vida a veces les viene grande, como si se hubieran comprado unos zapatos tres números más que se salen al caminar. Imagínate al correr.

A veces la vida nos agarra por la cintura y desliza el reflejo de nuestros pasos a lo Ginger Rogers y Fred Astaire sobre un damero con reflejos verde esperanza, nos eleva, nos sacia las ganas y deja que reposemos nuestra cabeza sobre sus hombros, pero siempre acaba dándote jaque mate al final de la melodía.

La vida sólo es un zapato holgado o demasiado estrecho provocando rozaduras en los pies. Imagínate al bailar.


lunes, 4 de octubre de 2010

SOLEDAD

“Morir no es malo para el que muere, pensé; es tremendo para el que queda navegando por la estela que el otro trazó, desbrozando, soportando una vida larga, fofa, despojada del menor aliciente…”   Miguel Delibes   “La sombra del ciprés es alargada”


Al final la soledad es tan grande que no cabe en el hueco de mis manos y se derrama hasta los tobillos con la cadencia de una gota de sangre a punto de solidificarse. Se extiende por las baldosas inhóspitas dejando tras de sí un lastre de podredumbre y silencio. La soledad es la ausencia del eco de tu voz en mis oídos acostumbrados a tu risa, que se calla. Que se apaga. Te araña las entrañas y se instala entre el hueco de las costillas y el vacío que no ocupa nadie, ni siquiera la nada.

A pesar de los ruidos sólo escucho el silencio de los días escupidos por el tiempo en la calle, en la casa y en la cocina. Se cansaron las sábanas de esperar el calor de un cuerpo cansado, las paredes dejaron de proyectar la sombra también cansada de no existir, la alegría quedó huérfana y persigue triste unos pasos que se cansaron de caminar. Y yo cruzo los dedos por debajo de la mesa esperando que todo sea un sueño del que despertaré como si no pasase nada, aunque sí pase y me descubro cansada de no despertar, y con el corazón desencajado y arrítmico dando tumbos a destiempo.

Hoy ando recolocando tu recuerdo en mi tiempo, lo malo es que el tiempo ya se fue, y tú con él clavándome la soledad en la yugular.


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