martes, 29 de octubre de 2013

MI MANTRA



“Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo.” Platón.



Yo sé que ahí tú no estás. A pesar del bucle de tu nombre, de las flores blancas y las velas disipando la oscuridad de las fechas, yo sé que ahí tú no me esperas. Nada queda de ti en el hueco oscuro de esta ciudad de silencios, sólo se intuye la repentina quietud de la materia inhabitada, ajena, lejana, callada, sin alma. 
Y hay quien te busca en el seno de estas cuatro paredes de ceniza y no sabe encontrarte a su lado desde la mañana a la noche, día a día, en el sueño y al despertar, secando sus lágrimas y dibujando su sonrisa como antes, como siempre, como ahora cuando te asomas a la memoria de puntillas.

He aprendido a encontrarte en la huella de tus cosas, en el tacto de la ropa, en el eco de las paredes de tu casa, en miles de risas que alicatan mis recuerdos, en los abrazos que llevo tatuados en los huesos, en el gesto de los que comparten tu sangre y hasta tu pelo. A veces te encuentro hasta en los espejos.
Yo sé que tú estás en el aire que respiro, besando mi latido, rozándome el corazón, en el por qué de mis decisiones y de mis actos. Te reconozco en el olor de mis pucheros, en el eco de mis carcajadas, en las arrugas de mis párpados y en la curvatura incipiente de mis uñas.

Yo sé que nada queda de ti en esta errática y lúgubre ciudad. 
Yo sé que ahí tú no estás.


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